Bienvenido a QUMRÁN.Ser Judío no es pertenecer a una religión, es una misma forma de vida ante Di- y ante los demás...¡. . Los agravios que no se ventilan empeoran, y la supresión de identidad tribal y religiosa puede llevar a la violencia.. Somos una fuente de información con formato y estilo; Es evidente que, impresionantes números de personas mueren repetidamente cuando depositan su confianza en mentiras y mentirosos. Y casi siempre los mentirosos en el poder se encuentran en situaciones difíciles como consecuencia de su gran caso omiso de los hechos.....Laura Knight-Jadczyk

miércoles, mayo 10, 2006

JESUS: REHUSO SER EL MESÍAS EXCLUSIVAMENTE JUDIO


Jesús más que un Profeta.
Jesús fue un profeta. Fue más que profeta, pero era profeta, y así se consideraba (véase Lucas 4:24; 13:33). Esta claro que el conscientemente se puso en la sucesión de los profetas y desempeño el papel de un mensajero del juicio divino sobre el pueblo de Dios a causa de sus pecados y fracasos. Además, se consideraba como él ultimo de una larga línea de profetas, quien fue a su vez anunciado como heraldo, y a quien le toco la triste tarea de pronunciar el juicio final en contra de su pueblo infiel. Sin duda el se consideraba como el enviado para cumplir la profecía de Malaquias tocante a “el día de JHV grande y terrible” (4:5). Malaquias había prometido que Dios enviaría a “Elías el profeta” antes que viniera ese terrible día de destrucción. Jun el Bautista había aparecido con un candente mensaje de acusación. Anunciando una catástrofe que caería de un momento a otro sobre la nación (Mateo 3:1-12). De inmediato Jesús identifico a Juan como “aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:14). Mas tarde, después de la muerte de Juan, y luego, antes de su propia crucifixión, los discípulos le mencionaron la expectación popular sobre la Elías venidera, y Jesús volvió a aclarar su identificación: “os digo, que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron en el todo lo que quisieron” (Mateo 17:12).
Jesús usaba la frase más comprensiva

Jesús no uso la expresión que la mayor parte de los profetas posteriores había usado para indicar este tiempo terrible de juicio nacional. El día del Señor, era la frase que usaban ellos (véase Joel 2:1; Sofonias 1:14; Zacarías 14:1). Jesús usaba la frase más comprensiva, “el reino de los cielos. Su mensaje era: “Arrepentios, que el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Cuando envió a sus doce discípulos para predicar a las ciudades de Israel, los instruyo para que proclamasen este mensaje del reino que vendría de un momento a otro y que llamaran al arrepentimiento. Les aclaro que si una ciudad no hiciera caso y no se arrepintiese, una terrible destrucción le sobrevendría (Mateo 10:5-15) 11: 24).
Jesús pronuncio sentencia de ruina
Menciono a Jerusalén en forma especifica y hacia fines de su ministerio pronuncio su sentencia de ruina inevitable (Mateo 23:37-39; Lucas 21: 20-24).
No estaba equivocado Jesús en sus profecías acerca de la destrucción de Jerusalén y de otras ciudades judías, y del fin de la nación judía. Esto aconteció literalmente en esa generación, en el año 70 D.C. Véase, Judaísmo Bajo Roma.

Jesús comprendía plenamente el carácter del instrumento y la condición de la elección divina de Israel. Declaro que la nación estaba bajo sentencia y que sufriría la destrucción a causa de su infidelidad. También comprendía que una persona no era miembro de la raza escogida por el mero hecho de tener sangre hebrea corriendo por sus venas. Juan el Bautista había encarado este problema y había declarado: “No penséis decir dentro de vosotros: A Abraham tenemos por padre: porque yo os digo, que puede Dios despertar hijos a Abraham aun de estas piedras” (Mateo 3:9). Jesús dio su aprobación a la doctrina del Bautista, y el mismo expreso la misma verdad en términos igualmente fuertes. A un grupo de judíos que se jactaban de su linaje, les declaro: “Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham harías. Empero ahora procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios: no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre”. Los judíos no comprendieron lo que quiso indicar y Jesús tuvo que decirles claramente: “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir” (Juan 8:39, 40,44). Para Jesús, pues no eran el pueblo de Dios aquellos que tenían la sangre de Abraham en sus venas, sino aquellos que tenían la fe de Abraham en sus corazones. El hecho de pertenecer al pueblo de Dios no era asunto de nacimiento ni de raza; más bien dependía de la creencia y de la calidad de su vida espiritual. Por lo tanto, aquellos que formaban el pueblo de Dios solo de nombre, estaban bajo la condenación; pero aquellos que eran de hecho y en verdad el pueblo de Dios, serian guardados para ser utilizados en el programa divino.
La estrategia del Ministerio Público de Jesús.
Este concepto de su propio papel como profeta explica la estrategia del ministerio público de Jesús. Este se divide en dos fases distintas:

En la fase primera su mensaje se dirigía a la nación judía entera. “Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y todo achaque en el pueblo” (Mateo 9:35). En esta fase su plan fue extensivo, literalmente trataba de proclamar su mensaje en cada una de las aldeas judías. Consiguió la ayuda de sus discípulos para alcanzar a cubrir un territorio más amplio. Les encargo que limitasen su predicación a los centros judíos. Pero hubo una razón para eso. Su propósito durante esta fase de su ministerio fue dar testimonio al pueblo escogido y ofrecerles una ultima oportunidad para arrepentirse. Había una posibilidad remota de que la nación como un todo pudiera oír y hacer caso de u advertencia seria. De todos modos, el mensaje tenía que ser proclamado en una área amplia de modo que Dios fuese del todo justificado en la destrucción de la nación y que el pueblo estuviera sin disculpa.

La segunda fase el ministerio de Jesús fue intensiva, más bien que extensiva. El señor se volvió de la predicación pública a la instrucción privada de un grupito de sus discípulos, ya que veía que la suerte de la nación estaba sellada. No había ningún indicio de un arrepentimiento general. No quedaba ya mas remedio que el castigo que inexorable y rápidamente caía sobre esa nación condenada. La única esperanza era que un pequeño remanente pudiera salvarse como el núcleo de un pueblo nuevo. Volviéndose con tristeza de su ministerio infructuoso de la predicación, Jesús puso sus esperanzas en ese grupito de sus discípulos. Si solo ellos pudiesen lograr comprender y aceptar el propósito que Dios tenia para ellos, no estaría todo perdido. Su primer estimulo en ese sentido le vino cuando Simón Pedro hizo su “gran confesión”, indicando que reconocía que Jesús en persona era el Mesías (Mat. 16:13-20). De allí en adelante Jesús concentro su atención en ese grupito. Tratando de dirigirles a una comprensión plena del plan de la redención del mundo. “Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le convenía ir a Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16:21).
La Parábola de la Viña aplicada a los líderes religiosos.
La culminación del trato de Jesús con el pueblo de Israel vino durante la última semana de su ministerio. El martes – Véase El sentido de los últimos hechos y dichos de Jesús-, de esa semana fatal él enseñaba en el templo. Los príncipes de los sacerdotes y los ancianos fueron a donde estaba el, exigiendo que les explicara de donde había recibido su autorización para hacer lo que hacia (Mateo 21:23). Ellos representaban la burocracia religiosa y civil de los judíos Jesús se dirigió a ellos como representantes de la nación entera. Les declaro que ellos habían pretendido arrepentirse, pero que realmente no habían experimentado ningún cambio de corazón por la predicación de Juan el Bautista. Entonces les relato una parábola. Claramente describió como un señor había plantado y preparado una viña, la había arrendado a labradores y se había ido lejos. En la época de la cosecha, el dueño de la viña envió a sus sirvientes para recibir la parte de los frutos que le correspondía. Pero los labradores golpearon o apedrearon a los sirvientes y los echaron sin fruta alguna. Este estado de cosas siguió año tras año, hasta que por fin el dueño envió a su propio hijo para reclamar la parte correspondiente de los frutos. No obstante, los labradores malvados no respetaron en nada al hijo del dueño y en forma cruel lo mataron. Con esta historia Jesús había conseguido el interés de los dirigentes judíos. Entonces se detuvo y les dirigió una pregunta: “Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?”.
Pudo haber una sola respuesta, y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos se la dieron: “A los malos destruirá miserablemente, y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo”.

Los actores principales de la Parábola de la Viña.

Los dirigentes judíos habían caído en la trampa. Quedaban condenados por sus propias palabras. Demasiado tarde se dieron cuenta de que Jesús estaba contando una parábola en la cual eran ellos los actores principales. Jesús aplico la parábola sin titubear. Sus palabras constituyen el juicio oficial de Dios sobre la nación hebrea: “por tanto los, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de el” (Mateo 21:43).
La suerte de Israel ya estaba sellada. Dios los había escogido con un propósito definido. Los había hecho mayordomos de la revelación de el al mundo. En vez de cumplir su propósito dando a conocer a Dios al mundo, los judíos intentaron guardar para sí todos los beneficios de las bendiciones de Dios. Los profetas habían sido enviados para reprender al pueblo y traerles al arrepentimiento y la fidelidad en su representación del reino de Dios. Pero habían apedreado a los profetas. Al final el hijo de Dios vino con la misma postulación, pero ellos resolvieron matarlo también a el. Esop fue ya el colmo. La paciencia de Dios se había acabado. Israel como nación, fue rechazado como el instrumento escogido de Dios. En adelante un pueblo nuevo tomo su lugar. La tarea final de Jesús fue preparar al núcleo de este pueblo nuevo.
¿Jesús era exclusivamente un Personaje Judío?
A menudo hay quienes insisten que Jesús era exclusivamente un personaje judío. Algunos eruditos se han esforzado grandemente para comprobar que el horizonte del maestro de Galilea no se extendía mas allá de las fronteras de la raza y la nación judía, que el se consideraba como un Mesías nacional y que un propósito para el mundo no tenia parte en sus planes sino que fue un desarrollo posterior del cual el apóstol Pablo fue en gran parte responsable.
No seria posible presentar argumentos plausibles a favor de esta teoría a menos que hubiese alguna base para ella en las Escrituras. Hay varios versículos en el Nuevo Testamento que si fuese interpretado solo, parecerían indicar que Jesús tenía un punto de vista netamente estrecho y nacionalista estos versículos necesitan de explicación. He aquí tres de los más importantes:

Mateo 10:5,6: “A estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de samaritanos no entréis; mas id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” aquí al parecer, Jesús no se preocupa por nadie que no tenga sangre judía. Todos los demás están fuera del círculo de interés.

Mateo 15:24: “Y el respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Aquí evidentemente Jesús demuestra tener un fuerte prejuicio racial. Deliberadamente rehúsa (al principio) ministrar a una mujer cananea, y claramente indica que su misión es solo a los judíos.

Juan 4:22 “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos: porque la salud viene de los judíos”. Aquí Jesús muestra una falta de respeto hacia las ideas religiosas de los samaritanos, y lisa y llanamente declara que los judíos ocupan un lugar único tocante a la salvación que Dios provee.
Pues bien, ¿era Jesús un profeta judío, estrecho y con muchos prejuicios, quien compartía las nociones populares de su época de que Dios se interesaba exclusivamente en el pueblo israelita y de que para ser salvo, era indispensablemente que una persona fuera judía o que fuera prosélito judío? Esta pregunta tiene que ser afrontada en forma franca. Esto versículos, interpretados sin referencia al contexto y luego juntados a unos pocos mas, se prestan como colores para pintar un cuadro de un Mesías exclusivamente nacional y racial, sin interés en el mundo, ni programa universal. Nuestro propósito en este capitulo es, en primer lugar, interpretar estos pocos versículos en relación a todo el ministerio de Jesús y luego, mostrar que otros pasajes, mucho más numerosos e ineludibles, aclara completamente que Jesús desde el comienzo hasta el fin, se consideraba como enviado con un propósito para todo el mundo.
Última suplica de Jesús al Pueblo Escogido de Dios.
La explicación de Mateo 10,5-6. (La explicación fue sugerida) la aparente falta de interés de Jesús por los samaritanos y gentiles se debía al propósito especial que había detrás de los viajes de predicación durante la primera parte de su ministerio.
Había sido enviado para hacer una ultima suplica al pueblo escogido. La tentación de desviarse para predicar a los gentiles tenia que ser rechazado resueltamente. Jesús específicamente reconocía que su mensaje convenía a los gentiles, y que habría sido más eficaz en Tiro y Sidón ciudades de los gentiles de lo que era en centros judíos (Mateo 11:21). Pero el tiempo para predicar a los gentiles no había llegado aun. Primeramente el mensaje debía se entregado a Israel en un esfuerzo para salvar a cuantos fuera posible del terrible juicio que sobrevenía a esa nación, desesperanzada dentro de esa misma generación. Había necesidad de apuro y de un esfuerzo concentrado para alcanzar a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Fue así un asunto de estrategia y no de un interés limitado.
El pasaje Más difícil del Nuevo Testamento
Mateo 15:21-28 es uno de los pasajes mas difíciles del Nuevo Testamento. Casi parece que Jesús no era Jesús. No es fácil explicar su comportamiento aquí, no solo a causa de su declaración: “No soy enviado sino a las ovejas pérdidas de la casa de Israel”, sino también a causa de sus palabras aun mas duras, “No es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”. ¿Será que el considera que los israelitas son los hijos de Dios y que todos los gentiles son meramente perros? (El problema resulta un poco menor debido a que Jesús usa la forma diminutiva “perrillos”, un termino de cariño). Si pudiéramos oír el tono de voz que uso Jesús o ver la expresión de su cara, posiblemente tendríamos algún indicio de sus pensamientos al hablar así. Se ha sugerido que esta fue una lección grafica que quiso dar a sus discípulos quienes compartían el prejuicio tan común de los judíos. Otra explicación es que solo estaba probando la fe y la humildad de la mujer. Si así fue, ella salió victoriosa de la prueba. Lo más significante, sin embargo, no es lo que dijo Jesús, sino lo que hizo. Simulo que iba a limitar su ministerio de misericordia a sus hermanos según la carne, pero realmente concedió lo que pedía la Cananea y sano a su hija. De este modo su acción dejo de lado a sus palabras, y se comprobó que su amor y solicitud no estaban limitados por asuntos de raza o de nacionalidad.
La Salvación es de los judíos.
Juan 4:22 no debe ser problema. Cuando Jesús dijo “Salvación es de los judíos”, sencillamente decía la verdad: Dios escogió a la nación judía como el instrumento de salvación para el mundo. El Mesías era de estirpe judía. Jesús dijo que la salvación es para los judíos y solo para ellos. El dijo que era de los judíos, es decir partía de los judíos pero se dirigía a todo el mundo. Con justicia denuncio la religión samaritana como corrompida, pues lo era. Y siguió diciendo que en el futuro cercano la adoración a Dios iba a librarse de todas las limitaciones locales, tales como el templo de Jerusalén y llegar a ser un asunto netamente espiritual, algo que podía ser practicado en cualquiera parte. Es significante observar que pos el mismo hecho de estar conversando con la Samaritana, Jesús estaba cruzando la frontera de raza y nacionalidad.
De este modo será con cualquier pasaje del Nuevo Testamento que superficialmente este de acuerdo con la teoría de que Jesús era estrecho en sus simpatías y planes. Cuando se comprenden bien, estos pasajes enseñan completamente lo contrario.
Concepto popular del Mesías
Hay que recordar que en los tiempos de Jesús había un concepto popular del Mesías que era estrecho y nacionalista. Una expectación apocalíptica se hizo general durante la época de las guerras de los Macabeos y llego a ser aun más intensa bajo el dominio odioso de los romanos. La esperanza popular era que viniera un libertador nacional, quien ocuparía una combinación de fortaleza militar judía y un poder personal de una naturaleza milagrosa para llevar a feliz termino una revuelta, librando a los judíos de la dura opresión de Roma y estableciendo un reino independiente, de esplendor y poderío, como en los días de David y Salomón. Esta expectación se basaba en unos pocos pasajes seleccionados de los profetas (erróneamente interpretados), y en partes de la literatura apocalíptica del periodo de los Macabeos tales como los libros de Enoc y Tobit. A este cuadro compuesto de muchas fuentes, la imaginación popular había agregado muchos retoques fantásticos.
Fue precisamente porque existía esta expectación popular de un Mesías netamente nacionalista y porque Jesús repudiaba este concepto del todo, que tenía que cuidarse tanto en anunciarse como el Mesías.
Temprano en su ministerio publico, se levantaron las esperanzas populares a causa de los milagros maravillosos obrados por Jesús. Al final el pueblo decidió que Jesús verdaderamente era el Mesías y trato de tomarle por la fuerza, para hacerle rey (Juan 6:15).

Jesús rehusó aceptar ser coronado como Mesías Nacionalista.
Comprendiendo bien que la idea del pueblo, era netamente temporal, materialista y nacionalista, idea a la cual el no iba a poder subscribirse. Para impedir que la agitación popular pasase los límites de la prudencia y estallara en una revuelta contra el dominio romano, Jesús insistía ante sus discípulos que no debían decir a nadie que él era el Mesías. El señor no estaba dispuesto a identificarse con la idea popular del Mesías y necesitaba de más tiempo para imprimir en las mentes de sus seguidores el concepto de su persona y de la labor mesiánica.
Jesús formo el concepto de MesíasJesús formo su concepto de la gestión del Mesías de los escritos de los profetas, más su propia conciencia interior única. Conocía a fondo las profecías del Antiguo Testamento. Sabia como leerlas y como interpretarla. Alcanzo a ver aquello que la gente pasaba por alto. Basado en los escritos proféticos, saco un cuadro del Mesías que era completamente diferente a la noción popular. A este cuadro, que para él era un espejo en que se veía a sí mismo, agrego ciertos elementos netamente personales, los que brotaron de su comunión perfecta con el Padre y de su perfecta obediencia a los principios que conocía por intuición

EXAMEN DEL CONCEPTO DE MESIAS COMO SALVADOR DEL MUNDO


Ahora estamos listos para examinar en detalle este concepto del Mesías como el Salvador del mundo, el instrumento del propósito universal de juicio y de redención divina. Encontramos que esta misión universal del Mesías fue predicha por los profetas, anunciada en su nacimiento, revelada en sus enseñanzas, hallada íntegramente en su programa, necesaria como explicación de su muerte, y central de sus comisiones.




I. Visión de los Profetas Acerca de Jesús

Anteriormente se ha notado el universalismo de los profetas. Se deban cuenta cabal de que el propósito de Dios incluía a todos los hombres, y de que Israel era un instrumento que debía servir de bendición para las naciones. Empezando con Isaías y desarrollándose con mayor claridad en los profetas posteriores, encontró lugar en el mensaje profético del concepto de un individuo quien iba a ser el instrumento divino, para el juicio y para la salvación.

Muchas cosas se podrían decir de este “Ungido”, o Mesías, y su obra. Ahora nuestro propósito es solo mostrar que los profetas lo consideraban un personaje de una importancia internacional y no como un mero libertador racial o nacional.

Isaías 9:6,7 nos habla de un niño que iba a nacer, el cual estaba destinado para sentarse sobre un reino que no tendría fronteras geográficas y ni limites de tiempo. Los títulos que se le aplican van mucho mas allá de cualquiera que fuese apropiado para algún dirigente humano y nacional: “Admirable, consejero, Dios fuerte, padre eterno, príncipe de paz”.
Visión del Profeta Isaías
Isaías 11:1-10 describe en forma mas especifica el linaje humano del Mesías y las cualidades de su carácter. La paz mundial resultara de su reino, y el conocimiento de Dios llegara a ser universal. Este del tronco de Isai es llamado a ser puesto por pendón, como un modelo de juicio o un centro alrededor del cual se reunirán los pueblos (nótese el plural). Hasta el llegaran todas las naciones (gentiles) buscando satisfacerse. No descansara en su marcha hacia delante hasta que alcance su meta gloriosa.

Isaías 52:13 a 54:3. Sin duda esta es una de las más grandes de las profecías Mesiánicas, con su descripción de los sufrimientos y la apropiación como substitución de otros. Muchos eruditos creen que el profeta se refería a los sufrimientos de la raza hebrea y que creía que la nación desempeñaría el papel del siervo de Dios. Dejando de lado la actitud que uno pudiese tomar frente a este problema, queda el hecho de que el pueblo no cumplió esta profecía. Como tampoco la cumplió ningún remanente del pueblo. Mucho antes de la época de Jesús ya se le daba la importancia individual a este pasaje, y se esperaba un Mesías en persona.

El pasaje de 52:13 a 54:3 es una unidad. El capitulo 53 no debe estudiarse solo. Este siervo sufrido es uno que sorprenderá a muchas naciones. Reyes quedaran sin poder hablar frente a lo que verán: “por que verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído” (52:15). La idea de que una persona sin pecado sufra por otros es una doctrina sorprendente, llamada, no solo a dejar atónitas, sino a convencer al mundo.

Como el resultado de lo que logra este sufrido siervo, el pueblo de Dios se esparcirá en una gran campaña mundial de conquista y poseerá las naciones (54:2,3).
Visión del Profeta Miqueas
Miqueas 5:2-9 con un particularismo atrevido, específica el lugar del nacimiento del Mesías prometido. Belén de Judea era el llamado para presentar a este Rey, quien era “desde los días del siglo” y quien reinaría no solo sobre Israel, sino “hasta los fines de la tierra”. Este hombre debía ser el medio de traer paz y libertad a la nación hebrea, y como resultado, de su venida el remanente de la nación había de ser en medio de muchos pueblos tan refrescante como el roció, el fuerte como el cachorro del león.
Visión del Profeta Zacarías
Zacarías 2:10,11 es un pasaje muy interesante, Jehová pide que su pueblo se regocije, prometiendo que el mismo vendrá y morara en medio de ellos no hay en ninguna parte una referencia mas especifica de la encarnación. Además se promete que “en aquel día”, en el tiempo de la venida del enviado de Dios, quien será verdaderamente Dios encarnado morando en medio de su pueblo, “uniranse muchas gentes a Dios y me serán por pueblo”. El Mesías ganara convertidos de muchas naciones.
Zacarías 9:9,10: este pasaje era considerado popularmente como Mesiánico y sin duda Jesús así lo comprendió y lo aplico a su propia persona. Describe al Mesías, no solo como uno que es justo y que trae salvación y victoria, sino también, como uno que acaba con la guerra y establece un reino que será de “mar a mar” desde el rio hasta los fines de la tierra”. Es increíble que Jesús haya leído el versículo 9 y arreglado su entrada a Jerusalén de acuerdo con sus indicaciones (Mateo 21:1-11), sin haber leído y comprendido también las palabras del versículo 10, con su amplitud universal.

Los profetas en su predicción de la venida del Ungido de Dios, el que seria enviado con un propósito muy poco común, eran unánimes en declarar que el Mesías no seria solo para Israel. Su sentimiento esta bien expresado en Isaías 49:6. “Poco es que tu me seas siervo para levantar las tribus de Jacob. Y para que restaures los asolamientos de Israel: también te di por luz de las gentes, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra”.



II. Significado Mesiánico Del Nacimiento Jesucristo.

Cuando, con el cumplimiento de los tiempos, ocurrió el nacimiento del Mesías, lo acompañaron varios acontecimientos que dieron indicación amplia que el suyo era de un propósito universal. Su nacimiento esperado fue anunciado a Maria, su madre, la visita angelical no solo dio a conocer el hecho y la manera de su nacimiento, sino también su nombre particular, y le fue declarado que su hijo seria llamado el Hijo de Dios. Además “le dará el señor Dios el trono de David su padre; y reinara en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin” (Lucas 1:30-33). Un reinado eterno sobre un reino sin fin es algo de su significado más que nacional.

El cántico que los pastores escucharon en la noche del nacimiento les indico claramente que ese acontecimiento tenia un significado que trascendía mas allá de las fronteras de Israel: “Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntas para con los hombres” (Lucas 2:14). Su nacimiento fue una condición previa para el advenimiento de la paz en los corazones de los hombres por toda la tierra.
Seis semanas después del nacimiento del niño, cuando sus padres lo llevaban al templo para ofrecer los sacrificios de purificación, los encontró un tal Simeón, hombre anciano y piadoso. A Simeón le había sido revelado que vería al Mesías prometido antes de morir. Por la inspiración del Espíritu Santo le fue dado reconocer en el niño Jesús el objeto de su espera. Satisfecho ahora estaba preparado para la muerte. Tomando al niñito en sus brazos, oro diciendo: “Ahora despides, Señor, a tu siervo, conforme a tu palabra, en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos; luz para ser revelada a los Gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel” (Lucas m2:29-32). Aquí Simeón cita libremente a Isaías (42:6; 49:6). Las palabras que debemos notar especialmente son: “aparejado en presencia de todos los pueblos” y “luz para ser revelada a los gentiles”. Este hombre lleno del Espíritu preveía que el Mesías debía traer, no solo gloria a Israel, sino salvación y luz a todas las naciones.

Luego después del nacimiento de Jesús llegaron a Belen algunos Magos. Vinieron del oriente, probablemente de Persia de donde era dominante la religión de Zoroastro. El zoroastrismo es la más noble de todas las religiones no cristianas en cuanto a su concepto de Dios. No es inconcebible que la importancia de este acontecimiento haya sido revelada a algunos zoroastristas. La llegada de estos de una tierra lejana, y el homenaje que dieron al niño son símbolos de la adoración universal que después recibiría. Los dirigentes religiosos de Israel no tomaron nota de este acontecimiento, pero algunos hombres piadosos de otra nación hicieron un viaje difícil para señalar su reconocimiento de su significado para el mundo (Mateo 2: 1-12).



III. Jesús Repudìa el Exclusivismo Judío

La amplitud de las enseñanzas de Jesús es verdaderamente sorprendente. Aunque el numero total de las palabras suyas que están anotadas es relativamente pequeño, el trato casi todos los aspectos de la vida religiosa tanto individual como social. Sin embargo, predominan ciertos temas por el número de veces que ocurren. Ya hemos llamado la atención a su llamado al arrepentimiento en una escala nacional, y a ala advertencia profética tocante a un día venidero de la venganza. Otro tema favorito era la pureza de vida y la sencillez de devoción a Dios. Jesús denuncio enérgicamente todas las formas de pecado, egoísmo y opresión. El reveló sin titubear la necesidad del ritualismo y de la adoración formalista sin la presencia de una verdadera devoción del corazón. Todas las formas de hipocresía, orgullo y pretensión recibieron el impacto fuerte de su denuncia. Estos temas se reconocen comúnmente como destacadas partes integrantes de su enseñanza.

No tan reconocidos pero de igual importancia y casi tan obvios como esos, había otros temas. Jesús repudiaba rotundamente el exclusivismo judío; y enfáticamente anuncio que la gente de otras razas iba a tomar colocación al lado de los judíos como el pueblo de Dios; y enseñaba claramente que el reino de Dios, el que iba a establecer, llegaría a ser completamente universal. Estas doctrinas él las repetía tantas veces que nadie que lo oía hablar podía menos que comprender su significado.

Jesús Expresa su Repudiò en las Parábolas

La actitud del judío típico en los días de Jesús para con personas de otras razas era de orgullo y prejuicio intensos. Todos los hombres se dividían en dos grupos, judíos y gentiles. El vocablo “gentiles” en realidad significa sencillamente “naciones” o “pueblos”, e indica aquellos que eran de raza no judía. Pero había llegado a ser término de reproche y desdén. Los judíos creían que ellos no solo eran superiores a los hombres de otras razas, sino que también eran el objeto exclusivo de las bendiciones y del favor de Dios. Se les ocurría que Dios los amaba de por sí, y ante sí, y pasaban completamente por alto el propósito del instrumento que Dios había tendió cuando los había escogido. Pensaban que si la gente de alguna otra raza quería salvarse, primeramente tendrían que hacerse judíos mediante el cumplimiento del rito de la circuncisión y de todos los requisitos ceremoniales y legalistas de los judíos.

Jesús no compartía este punto de vista tan estrecho y egoísta. A menudo durante su ministerio encontró ocasión para denunciarlo. Luego después de los comienzos de su ministerio, él fue a su propio pueblo de Nazaret. Estando en la sinagoga en el día sábado leyó del rollo de Isarias, un pasaje que en nuestras biblias empieza en 61:1. Entonces principio a hablar interpretando el significado de la profecía y declarando que esta recibía su cumplimiento en el mismo. Al principio los oyentes estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca. Sin embargo, antes que él terminara su sermón, cambiaron de actitud y estuvieron tan enfurecidos de sus palabras que llegaron a tratar de matarle, desempeñándole desde un precipicio que había al lado de la aldea. (Véase Lucas 4:16-30).
¿Cómo hemos de explicar este cambio de actitud?
¿Que pasión profunda fue desatada por las palabras de Jesús, la cual procuró desahogarse en contra de el?
Obviamente tenemos solo un buen bosquejo de su sermón. La clave del problema la hemos de encontrar en el pasaje de Isaías que les servia de texto.

No había divisiones de capítulos en la Biblia hebrea. El unció medio de que disponía el escritor del evangelio para hallar el pasaje leído, por Jesús, era citar una porción breve. Lucas cito Isaías 61:1 2ª.
No dijo que Jesús leyó solo estas palabras, sino que hallo el lugar donde estaba escrito. Es posible que haya leído el totol de los capítulos 61 y 62, pues forman un solo tema, dando por sentado que esta sección más grande formo la base de la exposición de Jesús, podemos comprender las razones por el comportamiento del pueblo de Nazaret.
Isaías 61:1-7 es un pasaje muy consolador. Describe un nuevo día de gozo y bendición para Sion. Mientras Jesús hablaba de esto, la gente se maravillaba de las palabras de gracia que salían de su boca. Esto les gustaba mucho. Alimentaba su sentimiento de que eran ellos los amados de Dios, los llamados a calentarse al sol del favor divino.
Pero la profecía hace una transición en 61:8. Aquí se establecen las condiciones del favor divino. Se reprochan la injusticia y la opresión. La iniquidad y la falsedad son denunciadas. Probablemente fue al señalar esto, que los oyentes empezaron a sentirse incómodos en sus lugares. Pero al final no había llegado aun. En el versículo 9, el profeta llego al propósito universal de Dios para su pueblo. “y la simiente de ellos será conocida entre las gentes, y sus renuevos en medio de los pueblos”. Este tema recibió un trato más amplio en 62:2. “Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria”. Frente a esta inasistencia en la práctica de la rectitud y a esta comisión al servicio universal, los ciudadanos de Nazaret expresaron su desacuerdo con violencia. Estaban contentos con recibir las bendiciones de Dios pero no estaban dispuestos a que se les exigiera la practica de rectitud, ni que tuvieran algo que ver con las naciones (gentiles) de la tierra. Jesús veía que no estaba aceptando su mensaje y reconoció este hecho. En forma característica estaban dudando de la autoridad de él para estarles hablando de este modo, razonando que, después de todo, el era solamente el hijo del carpintero de la aldea. El rehusó efectuar un milagro que acreditara su autoridad divina. En lugar de hacerlo, les recordó que siempre había resultado así con los profetas de Israel. Los judíos siempre los habían rechazado y muerto, mientras que la gente de la raza no judía, los había recibido y creído. Ampliando este punto, Jesús sacó dos ilustraciones de la historia hebrea. Para comprobar que los profetas habían ido fuera de los confines de Israel, para encontrar su mejor recepción, y para efectuar sus maravillas más grandes. Elías había sido recibido y atendido por la viuda de Sarepta en la tierra de Sidon. Ella era extranjera y no hebrea, pero el profeta había morado con ella, y no con ninguna de las muchas viudas de Israel. Así mismo, como les recordó Jesús, no se conocía que Eliseo hubiera sanado a algún leproso de Israel, aunque había muchos de ellos, sino sólo a Naamán el sirio, un extranjero de una raza menospreciada por los judíos. Aquí Jesús ponía su dedo en la llaga. Estaba pisando terreno peligroso. Estaba removiendo pasiones profundas, pues no había nada más gravoso al corazón judío que el pensamiento de que Dios amaba a Israel con un amor especial y exclusivo, y de que compartía el odio que su pueblo tenia hacia la gente de las razas “inferiores”. ¿Es de extrañarse, pues que leamos: “Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle” (Lucas 4:28,29). El se había atrevido a reprender su prejuicio y nacionalismo judío, y por consiguiente, los había incitado al alboroto y a atentar contra su persona.

domingo, mayo 07, 2006

JESUS EXPRESA SU REPUDIO AL ORGULLO RACIAL EN ALGUNAS PARABOLAS

La actitud de orgullo y prejuicio en el tiempo de Jesús.

La actitud del judío típico en los días de Jesús para con personas de otras razas era de orgullo y prejuicio intensos. Todos los hombres se dividían en dos grupos, judíos y gentiles. El vocablo “gentiles” en realidad significa sencillamente “naciones” o “pueblos”, e indica aquellos que eran de raza no judía. Pero había llegado a ser término de reproche y desdén. Los judíos creían que ellos no solo eran superiores a los hombres de otras razas, sino que también eran el objeto exclusivo de las bendiciones y del favor de Dios. Se les ocurría que Dios los amaba de por sí, y ante sí, y pasaban completamente por alto el propósito del instrumento que Dios había tendió cuando los había escogido. Pensaban que si la gente de alguna otra raza quería salvarse, primeramente tendrían que hacerse judíos mediante el cumplimiento del rito de la circuncisión y de todos los requisitos ceremoniales y legalistas de los judíos.

Jesús no compartía este punto de vista tan estrecho y egoísta.
A menudo durante su ministerio encontró ocasión para denunciarlo. Luego después de los comienzos de su ministerio, él fue a su propio pueblo de Nazaret. Estando en la sinagoga en el día sábado leyó del rollo de Isarias, un pasaje que en nuestras biblias empieza en 61:1. Entonces principio a hablar interpretando el significado de la profecía y declarando que esta recibía su cumplimiento en el mismo. Al principio los oyentes estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca. Sin embargo, antes que él terminara su sermón, cambiaron de actitud y estuvieron tan enfurecidos de sus palabras que llegaron a tratar de matarle, desempeñándole desde un precipicio que había al lado de la aldea. (Véase Lucas 4:16-30).
¿Cómo hemos de explicar este cambio de actitud?
¿Que pasión profunda fue desatada por las palabras de Jesús, la cual procuró desahogarse en contra de el?
Obviamente tenemos solo un buen bosquejo de su sermón. La clave del problema la hemos de encontrar en el pasaje de Isaías que les servia de texto.

No había divisiones de capítulos en la Biblia hebrea. El unció medio de que disponía el escritor del evangelio para hallar el pasaje leído, por Jesús, era citar una porción breve. Lucas cito Isaías 61:1 2ª. No dijo que Jesús leyó solo estas palabras, sino que hallo el lugar donde estaba escrito. Es posible que haya leído el totol de los capítulos 61 y 62, pues forman un solo tema, dando por sentado que esta sección más grande formo la base de la exposición de Jesús, podemos comprender las razones por el comportamiento del pueblo de Nazaret.
Las divisiones Isaías 61:1-7 es un pasaje muy consolador. Describe un nuevo día de gozo y bendición para Sion. Mientras Jesús hablaba de esto, la gente se maravillaba de las palabras de gracia que salían de su boca. Esto les gustaba mucho. Alimentaba su sentimiento de que eran ellos los amados de Dios, los llamados a calentarse al sol del favor divino.
Se reprochan la Injusticia y la Opresión.
Pero la profecía hace una transición en 61:8. Aquí se establecen las condiciones del favor divino. Se reprochan la injusticia y la opresión. La iniquidad y la falsedad son denunciadas. Probablemente fue al señalar esto, que los oyentes empezaron a sentirse incómodos en sus lugares. Pero al final no había llegado aun. En el versículo 9, el profeta llego al propósito universal de Dios para su pueblo. “y la simiente de ellos será conocida entre las gentes, y sus renuevos en medio de los pueblos”. Este tema recibió un trato más amplio en 62:2. “Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria”. Frente a esta inasistencia en la práctica de la rectitud y a esta comisión al servicio universal, los ciudadanos de Nazaret expresaron su desacuerdo con violencia. Estaban contentos con recibir las bendiciones de Dios pero no estaban dispuestos a que se les exigiera la practica de rectitud, ni que tuvieran algo que ver con las naciones (gentiles) de la tierra. Jesús veía que no estaba aceptando su mensaje y reconoció este hecho. En forma característica estaban dudando de la autoridad de él para estarles hablando de este modo, razonando que, después de todo, el era solamente el hijo del carpintero de la aldea. El rehusó efectuar un milagro que acreditara su autoridad divina. En lugar de hacerlo, les recordó que siempre había resultado así con los profetas de Israel. Los judíos siempre los habían rechazado y muerto, mientras que la gente de la raza no judía, los había recibido y creído. Ampliando este punto, Jesús sacó dos ilustraciones de la historia hebrea. Para comprobar que los profetas habían ido fuera de los confines de Israel, para encontrar su mejor recepción, y para efectuar sus maravillas más grandes. Elías había sido recibido y atendido por la viuda de Sarepta en la tierra de Sidon. Ella era extranjera y no hebrea, pero el profeta había morado con ella, y no con ninguna de las muchas viudas de Israel. Así mismo, como les recordó Jesús, no se conocía que Eliseo hubiera sanado a algún leproso de Israel, aunque había muchos de ellos, sino sólo a Naamán el sirio, un extranjero de una raza menospreciada por los judíos. Aquí Jesús ponía su dedo en la llaga. Estaba pisando terreno peligroso. Estaba removiendo pasiones profundas, pues no había nada más gravoso al corazón judío que el pensamiento de que Dios amaba a Israel con un amor especial y exclusivo, y de que compartía el odio que su pueblo tenia hacia la gente de las razas “inferiores”. ¿Es de extrañarse, pues que leamos: “Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle” (Lucas 4:28,29). El se había atrevido a reprender su prejuicio y nacionalismo judío, y por consiguiente, los había incitado

LAS PARABOLAS QUE RECHAZAN LA ESTRECHEZ RACIAL DE SU TIEMPO

La parábola del buen Samaritano.
(LC.10, 30-35), se contó en respuesta a la pregunta, ¿Quién es mi prójimo? Un doctor de la ley se la hizo, pero no fue una pregunta nueva: Los rabinos de muchas generaciones habían escrito sus opiniones acerca de ese versículo en Levítico 19,18, el que mandaba al pueblo de Dios: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo” .Era un mandamiento duro, mayormente si tocaba que el prójimo fuera gentil. Los judíos no querían que se les obligase a amar a los gentiles; especialmente no querían sentirse obligados a amar a los Samaritanos, pues “Los judíos no se tratan con los Samaritanos” (JN.4,9 ). El sentimiento entre estos dos pueblos era áspero en extremo. Pues bien, ya hacia mucho tiempo que los rabinos judíos habían encontrado una manera cómoda de guardar este mandamiento, y a la vez mantener firmes sus caros perjuicios. Con mucha complacencia interpretaban el vocablo “prójimo “, para referirse exclusivamente a los israelitas, a pesar de que levítico 19,34 se refiere claramente a la gente extranjera. Mediante su definición quitaron el contenido evidente del pasaje bíblico y así sirvió al orgullo y exclusivismo judío. El doctor de la ley queriéndose justificar a sí mismo y a sus prejuicios, deseaba que el gran maestro dejara un lugarcito en la interpretación, que diera lugar a la estrechez judía. Si este factor no se nota, se pierde del todo la fuerza de la parábola que enseguida pronunció Jesús.
La respuesta de Jesús es una obra magistral.El hombre en mención era un judío cuyos paisanos le pasaron por alto en la hora de su gran necesidad. Se quedo sin socorro hasta que por casualidad paso un Samaritano, y se comprobó ser un “ángel de misericordia “. La palabra “samaritanos” nos produce un sentimiento agradable. Pero en los tiempos de Jesús. Entonces el vocablo “samaritano “ se pronunciaba con un tono de menosprecio. Para que Jesús pusiese a un samaritano como un héroe de su historia, necesita de un atrevimiento mayor que el de un orador ante un auditorio desfavorable. La parábola debió haber horrorizado a sus oyentes, si bien no había manera de negar su verdad, ni de escaparse de su inferencia lógica. Implacablemente Jesús siguió y exigió que el doctor de la ley contestara su misma pregunta, y por ende condenar su propio prejuicio.
Tratando el prejuicio de raza.
Los extraños llegaron a ser el pueblo de Dios. Estrechamente relacionado al repudio de Jesús por el racismo, estaba la clara enseñanza de Jesús que el reino de los cielos esta abierto a los hombres de todas las razas y condiciones, y que no era patrimonio exclusivo de los judíos. En un caso estaba tratando del prejuicio de raza, en otro, de la estrechez religiosa. Las dos cosas eran casi sinónimas en Israel.
La parábola del hijo pródigo trata de ambas faltas, pero se preocupa mayormente por el aislamiento religioso. Esta parábola es una de las tres que están relacionadas, cada una ilustrando la reacción de gozo que se produce cuando se halla algo que ha estado perdido (Lucas 15:1-32). Con justicia se han llamado las parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida, y del hijo perdido.

Fueron pronunciadas en respuesta a las críticas de los fariseos y los escribas. “Este a los pecadores recibe, y con ellos come”. El vocablo “pecadores” tenia el significado técnico, es decir, aquellos que no obedecían los requisitos legales y ceremoniales del judaísmo y que, por consiguiente, eran considerados como excluidos del circulo del pueblo de Dios. Quizás tenían sangre de judío pero se suponía que ya habían perdido sus derechos, por no ajustarse a las normas establecidas, Jesús daba poca importancia al formalismo; mas bien ponía el énfasis en las actitudes de las personas y en las relaciones espirituales. Estaba de acuerdo que estas personas eran pecadoras, pero insistía que al hacer evidencia de un arrepentimiento genuino, ellos serian recibidos con regocijo en la compañía religiosa, tal como se expresa; “Hay gozo delante de los Ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”.
La parábola del hermano mayor
La tercera parábola de la serie continua la enseñanza de las primeras dos, acerca del deber de tener gozo frente al arrepentimiento de los perdidos. No obstante, va mas allá que las primeras, en una condenación especial contra el exclusivismo religioso. En verdad eso es lo principal de la parábola, por usía razón se ha sugerido justamente que debía llamarse “la parábola del hermano mayor”. A menudo los lectores se detienen en el Versículo 24, y así pierden del todo esta parte de la parábola. Pero realmente es en los versículos 25-32 cuando la historia llega a su total desarrollo y presenta su verdad central.
Sígnificado del hermano mayor
No hay duda en cuanto a quien simboliza Jesús en la persona del hermano mayor. Este con su actitud egoísta de “todo para mí”, era retrato perfecto de los dirigentes oficiales y religiosos de Israel. Al igual que el hermano mayor, estos dirigentes tenían celos de las bendiciones del Padre, y se enojaban ante alguna evidencia de que su amor se extendía a otros en la familia de las naciones. Tal como él, ellos habían servido a Dios (como lo suponían) tantos años ya, y jamás habían traspasado su mandamiento. Sin embargo Dios no les había dado gozo, como el que ahora veían reflejado en los rostros de esos desechados, quienes se habían arrepentido ante la predicación de Jesús.
Reprendía por su estrechez religiosa
Aunque debían haber sabido que Dios tenía amor y gracia suficiente para compartirlos con todos los pueblos pecaminosos de la tierra, sin quitar nada de la participación de Israel, no obstante, los dirigentes religiosos de la nación parecían preferir que los favores divinos continuasen como la posesión exclusiva de Israel. Por lo tanto se ofendían por la Insinuación de que la gente de afuera del cerco, que ellos habían tenido con tanto cuidado pudiese llegar a gozar de las bendiciones de Dios. Debieron haber oído la voz del padre de la parábola era la voz del Dios de toda la humanidad, quien reprendía a Israel por su estrechez y egoísmo, y lo invitaba a regocijarse cuando otras naciones y razas llegaban, mediante el arrepentimiento y la fe, a la casa del Padre. Jesús se daba cuenta cabal de la amplitud de la gracia divina y no tenia paciencia con el egoísmo presumido de la oficialidad judía.
La parábola de la gran cena.
(Lucas 14:16-24), evidentemente se uso para enseñar que aquellos que antes no habían recibido el favor divino, entrarían a tomar el lugar de los favorecidos, quienes habían quedado inhabilitados para recibir las bendiciones que Dios les había ofrecido. No se pudo evitar el simbolismo. A los judíos les fue dada primeramente la oportunidad para entrar al reino. Pero rechazaron la invitación. Sin embargo, el propósito de Dios no iba a subir menoscabo. Su siervo (¿el Mesías?) Recibió la orden de partir de inmediato para traer a la cena a aquellos que antes se habían considerado como ineptos para tal honor. Y la cena que antes iba a ser solo un asunto formal, con la llegada únicamente de los invitados, paso a ser una gran comida democrática, abierta para los más humildes y pobres. Esta tendría que incluir no solo a los publícanos y pecadores de adentro de la nación judía, sino también a aquellos de mas allá de los limites de Israel. Tanto en raza como en religión. Las palabras mas duras de todas, son las frases finales de la parábola: “Por que os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados gustara mi cena”. Los escribas y fariseos, los sacerdotes y levitas, quienes por los puestos que ocupaban deberían haber sido los primeros en entrar al reino no entrarían de ningún modo. Aquellos desechados religiosos a quienes ellos miraban en menos, vendrían a tomar su lugar.
En otra ocasión, posiblemente en una fecha anterior a lo antes mencionado Jesús había expresado esta misma verdad en palabras aun más fuertes: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios y vosotros excluidos. Y vendrán del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentaran a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí, son postreros los que eran los primeros; y son primeros los que eran los postreros” (Lucas 13:28-30). Esta fue una advertencia a los judíos de que su posición como primeros en el favor de Dios ya la iban a perder.- habían fracasado en su comprensión de su llamamiento nacional. Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas lo habían comprendido y estarían en el reino. Pero el pueblo ahí presente había rechazado el mensaje de los profetas, y ahora ellos mismos iban a ser rechazados. Sin embargo, hombres de otras naciones, de todos los rincones del mundo, ahora vendrían a tomar los asientos apetecidos dentro del reino.

JESUCRISTO ES PORTADOR DE UN REINO UNIVERSAL

El "Reino de Dios " es su tema central.

Su reino llamado a ser universal en su alcance: el tema central de todas las enseñanzas de Jesús era el “reino de Dios”. Todo lo que el dijo tenia que ver con este reino. El día de la venida del reino era un día de juicio en el cual la destrucción caería sobre muchos de Israel, y la nación completa seria rechazad por no haberse arrepentido. El reino no seria un reino racial, sino mas bien abierto a las personas de todas las razas, sin ningún prejuicio. El reino no se reservaba para los identificados oficialmente con la religión judía, sino que estaba accesible a todos aquellos que estuvieran dispuestos a arrepentirse y aceptar la invitación de Dios. Finalmente, el reino no estaría limitado a ninguna localidad geográfica, sino que debía llegar a ser absolutamente universal.
Algunos han creído que es imposible que un profeta judío de Nazaret haya incluido a todo un mundo en su plan. Jesús se ha presentado como un rabino provinciano de quien no se podría esperar encontrar una conciencia ni siquiera de la existencia del mundo mas allá de las fronteras de Palestina, y mucho menos que el fuese capaz de planear una campaña para alcanzar a todo ese mundo con su doctrina. No obstante, es difícil comprender el modo de pensar de la gente que así quiera limitar tanto la capacidad de Jesús, es decir comprenderlo aparte de un prejuicio deliberado. Aunque se diese por sentado que Jesús era meramente humano en sus limitaciones sin ninguna cualidad especial provenida de su naturaleza como Hijo de Dios, siempre no es difícil creer que el pudiera concebir un reino que fuese universal en su alcance.
Jesús vivía en un reino títere del gran Imperio Romano. En el primer siglo cristiano ese Imperio era tan universal como sus propios gobernantes podrían haber deseado. El mundo occidental habitado estaba único bajo su poderío. había regiones al oriente solo conocidas vagamente, y en el norte de Europa había tribus bárbaras más allá de las fronteras de la civilización. Pero para fines prácticos se puede decir que el Imperio Romano era universal en su época. Sus habitantes estaban acostumbrados a la idea de un imperio mundial. Jesús habría tenido que ser hombre de pocas luces para haber sido incapaz de poseer el concepto de todo un mundo.
El Reino universal no era tema nuevo
Además la idea de un reino universal no fue algo nuevo en Israel. Ya hemos seguido este tema en los escritos de los profetas y en los Salmos. Podríamos volver a referirnos a pasajes tales como Isaías 9:6.7; Daniel 2:44; Zacarías 9:10; Salmos 2:8; 22:27, 28; 110. Jesús conocía a fondo estos pasajes bíblicos; y aun si no hubieses tenido nada de originalidad, él podría haber recibido de los escritos antiguos de su fe, el concepto de un reino universal.
La fe judía ya hacia mucho tiempo que había dejado de limitarse a la tierra de su origen. El cautiverio había esparcido a los judíos entre las naciones, y sólo una minoría había regresado a Judea en la época de la restauración. Los judíos ya habían entrado a su profesión como comerciantes mundiales y se había ido a todas partes del Imperio en busca de ganancias. A las grandes fiestas de Jerusalén asistían judíos de todas partes del mundo. Durante los días de la Pascua, probablemente Jerusalén era la ciudad más cosmopolita de la tierra. Además, el propio judaísmo había llegado a ser una religión misionera con una campaña planeada de proselitismo, la cual Jesús mismo reconocía ser de una gran extensión geográfica. Se nota que los judíos no eran condenados por Jesús, ni rechazados por Dios a causa de su falta de esfuerzo misionero. Estaban celosamente preocupados en ganar convertidos, pero convertían a los hombres a una causa equivocada. Habían dejado de comprender que la adoración es esencialmente espiritual y procuraban ganar prosélitos a su religión racial y ceremonial. Así Jesús les expreso una parábola de dudoso valer por lo completo y extenso de su labor misionera, pero condeno el producto de ella. “¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! Porque rodeáis la mar y la tierra por hacer un prosélito; y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del infierno doble mas que vosotros” (Mateo 23:15). El insistir que Jesús no podría haber planeado una campaña mundial de enseñanza, es insinuar que el era incapaz de hacer lo que los dirigentes del judaísmo ya habían hecho. Aun si no hubiese tenido la originalidad alguna, podría haber limitado los métodos de proselitismo de los fariseos
.
La estrategia planeada para su reino
La estrategia de todo el ministerio del Mesías se planeo pensando en el mundo entero. Ya se han mencionado las dos fases diferentes de su ministerio (véase.). En la primera fase, la que posiblemente se extendió durante dos años, el estaba preocupado con la predicación del reino a la nación judía (Israel). Su propósito principal era traer al arrepentimiento a cuantos le fuese posible de la nación enjuiciada. No obstante, al llevar a cabo esta campaña de predicación extensiva, también estaba realizando otro propósito. Para ayudarse en su tarea, había escogido discípulos, a quienes envió de dos en dos. Primeramente utilizo a los doce y después a un grupo de setenta (Lucas 9:1-6; 10:1-16). Les dio instrucciones cuidadosas. Al volver le dieron informes y Jesús los ánimos y les dio más instrucciones (Lucas 9:10; 10:17-24). Estos eran grupos de misioneros que fueron enviados al campo para recibir una preparación práctica bajo la dirección personal del Misionero Supremo. Todavía no tenías el mensaje completo del cristianismo. Pedían predicar solo la necesidad de arrepentirse y de huir de la ira venidera, el mismo mensaje que había presentado Juan el Bautista. Algo tenía que hacerse para ellos y en ellos antes que pudiesen predicar el evangelio de la remisión de pecados en el nombre del Mesías.

EL NUEVO PUEBLO DE UN NUEVO PACTO

En la segunda fase de su ministerio.
Jesús se volvió al perfeccionamiento de su mensaje completándolo. Dejando la nación a su destino ya inevitable, durante los últimos seis meses o más, el concentro su atención en la preparación de los doce. El ahora estaba preocupado en el contenido del mensaje . Tenían que aprender que el era el Mesías, y que el Mesías no había de reinar desde un trono temporal sobre un reino nacional, sino mas bien que debía sufrir, ser muerto y volver a levantarse para reinar sobre un reino espiritual que llegaría a ser universal. “Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos, que le convenía ir a Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día “ (Mateo 16:21). ¿Cuan lerdos eran para aprender! ; Aun difícil era desarraigar de sus mentes el concepto popular nacionalista del Mesías. No seria sino hasta después de su muerte y resurrección que el tendría éxito al lograr que ellos comprendieses esta doctrina increíblemente gloriosa acerca del Mesías.
Indudablemente Jesús consideraba que su muerte indicaría el final de una época y el comienzo de un nuevo periodo de la historia universal. Veía que el pacto que Dios había hecho con el pueblo de Israel en el Monte Sinai ya llegaba a su fin. La nación repetidamente había quebrantado el pacto, y en el pasado un arrepentimiento suyo había conseguido el perdón. Pero ahora su maldad había llegado a su colmo. La última llamada para arrepentirse había pasado inadvertida. Israel no había cumplido con las condiciones que habían convenido con Dios. El pacto estaba quebrantado, y Dios ya no estaba ligado por el. La nación entera era rechazada como instrumento de Dios y dentro de pocos años, sufriría una catástrofe que significaría el fin de su existencia nacional.
El Nuevo pueblo de un nuevo pacto
Pero un remanente se había salvado. El grupito de discípulos había respondido a su predicción y se había mostrado susceptible de enseñanza. Con ellos Dios haría un pacto nuevo. Debía llegar a ser el nuevo pueblo de Dios para servir al propósito señalado, de ser una bendición para el mundo. Un día martes, se había anunciado a los dirigentes judíos en el templo que la nación hebrea había sido relevada de su puesto como el pueblo escogido (Mateo 21:43). El jueves siguiente, antes de ser crucificado, el pacto nuevo fue sellado con el núcleo del nuevo pueblo escogido. Fue en la ocasión de la Pascua, una fiesta que conmemoraba la liberación de Egipto y la celebración del pacto antiguo. Tal como el pacto mosaico había sido sellado con sangre (Éxodo 24:8), así también el pacto nuevo lo bebía ser, pero con sangre aun mas preciosa. Al día siguiente realmente derramaría su sangre, como bien lo sabia.
Los nuevos "simbolos" del nuevo pacto
pero ahora tomo un vaso lleno de vino rojo para simbolizar su sangre diciendo, “Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20). Sus palabras, como son recopiladas por Mateo sugiere una referencia mas amplia: “Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mateo 26:28). ¿Por cuantos seria? Aun sus discípulos ni soñaban. Al convenir este nuevo pacto, sin duda Jesús deliberada y conscientemente cumplía la profecía de Jeremías 31:31-34. Este era un pacto, no con aquellos que estaban dispuestos a guardar la ley mosaica, sino con aquellos en cuyos corazones Dios escribiría su ley. Se realizaría no en aquellos a quines los escribas y fariseos habían enseñado tocante a Dios, sino con aquellos que conocían a Dios mediante una experiencia personal en el perdón de los pecados y en el nuevo nacimiento. Este, también, era un pacto condicional, pero las condiciones eran el arrepentimiento del pecado y fe en Dios, por medio del Mesías, condiciones que podían ser realizadas por los hombres de todas las razas y naciones, de modo que “todo aquel que cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”:

¿POR QUE FUE CRUCIFICADO JESUS?



¿Por qué fue condenado como reo y sentenciado a una muerte vergonzosa sobre una cruz entre dos malhechores, un hombre tan irreprochable en carácter y tan libre de todo pecado?

Hay una respuesta fácil, es decir que esa fue voluntad de Dios para el, y que el mismo escogió morir. Hay mucha verdad en eso. Estuvo de acuerdo con el plan divino, y Jesús “Afirmo su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51) para morir. En un sentido puso libremente su vida y nadie se la quito (véase Juan 10:18).

Desde el punto de vista humano, sin embargo, el problema permanece.
¿Porque lo crucificaron?
¿Qué había en su vida y sus enseñanzas que despertaban las pasiones de odio y homicidio?
Ninguna respuesta fácil explicara esos motivos humanos interiores que, movidos poderosamente, llevaron a los hombres a matar a Jesús.

Es bien evidente, por un estudio de los evangelios, que había poca, o ninguna relación entre las acusaciones y el castigo que se le dio. “Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el consejo, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos llegaban” (Mateo 26:59, 60). Evidentemente habían fijado que el debía morir, por razones que no podían indicarse en una acusación. El problema era hallar alguna ase legal para hacer lo que los dirigentes judíos ya habían decidido que tenían que hacerse. En su búsqueda por razones fracasaron. No obstante, su odio para con Jesús era tan intenso que, con acusaciones adecuadas o sin ellas, persistieron en su propósito de matarlo. De repente, al sumo sacerdote se le ocurrió una manera excelente de conseguir una sentencia del Sanedrín que tendría un parecido a algo legal. Exasperado dirigió una pregunta directamente a Jesús: “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tu el Cristo, Hijo de Dios” (Mateo 26:63). Así, bajo juramento, Jesús confeso que lo era. Con una demostración de lo dramático, calculada para echar a un lado toda posible oposición y obtener una decisión basada en las emociones más bien que en el razonamiento, el sumo sacerdote rasgo sus vestidos y acuso a Jesús de haber blasfemado. Al pretender ser el Mesías, el Hijo de Dios, se había hecho “igual a Dios”. Ya que el lo había hecho en la misma presencia de los miembros del Sanedrín, no hacían falta mas testigos. De inmediato fue juzgado como culpable y condenado a la pena de muerte. Según la ley judía, la blasfemia era penada con la muerte. No obstante, los judíos no tenían autorización para llevar a cabo la sentencia de muerte; por lo tanto, todavía tenían que hallar algún modo de legalizar su acuerdo ante el tribunal romano.
¿Insurrección contra el Imperio?
Al principio no se hizo contra Jesús la acusación de blasfemia en el tribunal romano. La acusación que presentaron ante el gobernador era de insurrección en contra del Imperio. Sin embargo, Pilato lo exonero de esta carga, como así mismo lo hizo Herodes, reconociendo que el era inocente en cuanto a algún peligro de rebelión armada contra el estado. Su pretensión de ser rey les parecía risible mas bien que peligrosa. Los soldados no veían necesidad de matar al pobre fanático; solo se burlaron de el por su pretensión extravagante.
¿ Acusación de Blasfemia ?
Los dirigentes judíos desesperados presentaron entonces en su contra la acusación de blasfemia, declarando a Pilato: “Nosotros tenemos ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo Hijo de Dios” (Juan 19:7). Pero Pilato no fue convencido por este argumento y mas bien procuro un modo de soltar a Jesús (Juan 19: 8-12).
El patriotismo judío y la estrechez religiosa
Al final, lo que decidió el problema no fue ningún argumento legal, sino la violencia del alboroto. Pilato ya había exonerado a Jesús de la acusación de insurrección, aunque los judíos seguían gritando cargos vagos acerca de tales cosas como,”pervierte la nación”, “veda dar tributo a César” y “alborota al pueblo” (Lucas 23:2-5). La insurrección probablemente fue la acusación que se anoto en el informe a Roma como la base técnica para la crucifixión; pero Pilato sabía que Jesús no era culpable y el pueblo judío lo sabía también. Tampoco era la acusación de blasfemia una explicación suficiente del sentimiento intenso que causo esta gran injusticia. Para el Sanedrín ella podría haber sido decisiva, pues sus miembros estaban preocupados de tales cuestiones teológicas. Pero lo de blasfemia no afectaba mayormente al pueblo. En verdad, la gente esperaba un Mesías que pretendiera prerrogativas divinas, pero que las usase con fines estrictamente nacionales. Es difícil creer que la violenta demostración popular, la que realmente fue el factor decisivo que motivo la sentencia de muerte, podría haber sido causada solo porque Jesús pretendía ser el Hijo de Dios, aun cuando la pretensión les pareciera blasfemia.
Las pasiones profundas de la turba
La violencia de la turba ciega e irrazonable alimentada por las fuentes profundas de pasiones que comúnmente desbordan los populachos fue la que crucifico a Jesús. Habría sido difícil para los mismos judíos especificar por que odiaban tan intensamente a Jesús, pues su odio compuesto de esas emociones que impulsan a los hombres a la acción sin razones claras, a saber: el patriotismo mal dirigido, el prejuicio de raza, y la intolerancia religiosa. Jesús había aumentado en ellos cada una de estas emociones, por cuanto les había dicho la verdad sin rodeos. Repetidamente había anunciado que su amada nación estaba bajo el juicio de Dios y que iba a ser destruida; esto incendio un patriotismo judío sumamente intenso en contra de quien se atrevía a decir palabras tan traidoras. El declaro que Dios no se contentaba de su exclusivismo racial, sino que amaba a los hombres de todas las razas; esto despertó su prejuicio racial, esa pasión que a través de los siglos ha exigido una satisfacción de sangre de cualquiera que se atreviera a hacerle caso omiso. El atacó la intolerancia religiosa, enseñando claramente que había llegado a su fin el día del favor divino para Israel, y que el camino del legalismo no era el único que llevaba a la salvación. El impulso la furia de un fervor religioso mal dirigido, la cual a través de los siglos ha levantado muchas cruces.
Rechazo ser Mesías Nacional
Esta masa mezclada de furia se soltó en contra de Jesús porque este rehúso ser un Mesías nacional, sirviendo solo a los judíos, permaneciendo dentro del marco de la ley mosaica, y del ritual levítico. Si el lo hubiera hecho así, gustosamente lo habrían aclamado rey de Israel. Pero, porque el tenia una misión universal y procuro en vano conseguir que su pueblo aceptara el propósito mundial que Dios tenia para ellos; como su nación sacerdotal.








Jesucristo Portador de un Nuevo Pacto con Dios



El pacto implica condiciones de parte de Dios.

El heredero de las promesas. El pacto que Dios hizo con Israel era condicional. El cumplimiento de las promesas dependía de la concordancia con el propósito de Dios para la nación. Cuando las condiciones no satisfacían, no eran validas las promesas, y era rechazada la nación. La misma naturaleza condicional es inherente en todas las promesas de Dios al individuo. Si uno cumple las condiciones. Dios cumple sus promesas; si uno no las cumple, no tiene derecho a pedir que las promesas le sean cumplidas. Aquí debemos distinguir entre las promesas de salvación y las promesas de bendiciones en el servicio de Cristo. Existe solo una condición que tiene que cumplirse par lograr la salvación y el perdón de los pecados; es decir la fe en Cristo como Salvador. Cuando un individuo pone su fe en la muerte redentora de Cristo, satisface la condición que Dios ha puesto para obtener la salvación y la justificación. Esto no depende de las propias obras del individuo. “Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios: no por obras, para que nadie se glorié” (Efesios 2:8,9). La enseñanza constante del Nuevo Testamento indica que la única condición para la salvación, es la fe,; y la calidad de las obras como manifestación de su fe , no afecta su situación frente a Dios como pecador redimido y justificado mediante la fe en la muerte de Cristo.
No obstante, el ser salvo es una cosa, y el ser un siervo útil de Dios es cosa diferente, Dios otorga a personas salvas el privilegio de llegar a ser instrumentos para la realización de su propósito de salvar mundo. A aquellos que satisfacen las condiciones, el promete ayuda material, compañerismo espiritual, un poder dinámico, y los recursos sin limites de Dios alcanzados por medio de la oración. Estas cosas no se otorgan sin sus condiciones, mas bien están al alcance solo de aquellos que realmente llegan a ser los representantes de Cristo en la tierra y colaboradores del Espíritu Santo en el trabajo de la extensión del reino de Dios.
Instrumentos del nuevo pacto
Hay algunos que personalmente serán salvos por la gracia de Dios, “así como por fuego” (1 Cor 3:15). No tendrán ninguna otra fructífera que les sirva para recibir un galardón. No tendrán la satisfacción de haber sido colaboradores de Dios, como instrumentos escogido. Por su gran misericordia Dios perdonara sus pecados, pero a causa de su inaptitud los rechazara como instrumentos. Pablo no tenia ningún temor de no ser salvo. Siempre tenia la confianza de que por la gracia de Dios había sido salvado del pecado. Pero estaba muy preocupado de que también estaba considerado como digno de ser usado por Dios. De modo que lucho consigo mismo y puso su vida bajo disciplina rígida “no sea que, habiendo predicado a otros yo mismo venga a ser reprobado” (1 Corintios 9:27). Aquí Pablo no esta hablando de ser reprobado de la salvación, sino reprobado como instrumento útil. .
Las bendiciones más ricas de la vida cristiana se prometen a aquellos que quedan habilitados como instrumentos de Dios en el logro de su plan eterno de redención . Demasiadas veces se olvida la naturaleza condicional de estas promesas, y se cree que Dios ha tardado su promesa (véase 2 Pedro 3:9). La dificultad no es de parte de Dios, sino del individuo que no ha satisfecho las condiciones que Dios pone.
Dios cuidara de sus instumentos {utiles.
Las necesidades materiales de la vida les fueron prometidas por Cristo a sus discípulos fieles. Les aseguro que el Dios que da de comer a las aves del cielo y viste las flores del campo, también cuidaría de su propio pueblo.
Así mismo con las promesas de una contestación sin limites a las oraciones, hay una condición que cumplir: “Si algo pidieres en mi nombre, yo lo hare” (Juan 14:14). Esta no es una seguridad amplia de que el cristiano recibirá cualquier cosa que pida. La condición estriba en que la oración se haga “en mi nombre”. Esto no significa sencillamente que el nombre de Jesús ha de usarse en la oración, sino que la plegaria debería hacerse a Dios por uno que se coloca en el lugar de Cristo y ruega como Cristo mismo rogaría frente a su padre. Así es, cuando la petición se hace inteligentemente por uno que esta procurando hacer la voluntad de Cristo como su representante, solo entonces vale la promesa. El cristiano que ha venido a compartir la pasión de Cristo hacia el mundo y quien se esfuerza por llevar su reino a los fines de la tierra, es el cristiano mejor capacitado para orar en su nombre y así reclamar la contestación de sus plegarias.
La promesa del Espíritu Santo
Cristo prometio libremente a sus seguidores el don del Espíritu Santo y el poder que este traspasa a una vida. Pero no era sin condición la promesa de poder cada promesa se une indisolublemente con la comisión de testificar (véase Lucas 24:49; Hechos 1:8). Nunca se prometio un poder, salvo con el fin de dar testimonio verbal y de hecho en el plan de redención. Aquellos que piden poder con la esperanza de utilizarlo en forma egoísta, tendrán su sorpresa. La potencia del Espíritu Santo no se dispensa al por mayor. Dios esta dispuesto y deseoso de entregar este, su mejor don, pero lo otorgara solo a aquellos que utilizaran el poder como corresponde; es decir, a aquellos que se disponen a ser usado por el Espíritu Santo en la forma que este estime conveniente para extender el reino de Cristo.
Cristo también prometio a sus discípulos su presencia consoladora y sostenedora; pero, otra vez, tienen que satisfacerse las condiciones para lograr esta promesa bendita: “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos” (Mateo 18:20). No son todos los grupos de dos o tres cristianos los que pueden reclamar su presencia. Las palabras claves en esta declaración son: “en mi nombre”. Para reunirse en el nombre de Jesús se requiere juntarse como sus representantes, procurando las cosas que el procura, esforzándose para llevar a cabo su propósito, haciendo la obra de su reino. Nunca se han quedado sin su presencia aquellos que realmente se han reunido en su nombre. De igual modo, la promesa en Mateo 28:20: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, esta unía entrañablemente con las palabras anteriores: “Por tanto id, y doctrinad, a todos los gentiles”. Reclamar la presencia prometida sin primero tomar debida nota de su clara comisión es torcer el significado de sus palabras. Aquellos que en obediencia a su mandato han salido a dar las nuevas a otros, nunca estarán sin su presencia, tal como el lo prometio. De manera que las bendiciones se reservan para aquellos que llegan a ser instrumento útil para el adelanto del evangelio. Solo ellos han satisfecho las condiciones estipulados para la realización de sus promesas tocantes al Reino de Dios.
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JHV: Haga Resplandecer su Rostro sobre ti, Tenga de ti Miserícordia; Alcé Sobre ti su Rostro, Y ponga en ti Paz. Num.6.24-26

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