Los Evangelios no dicen nada de la forma de la
cruz en que fue crucificado Jesús. ¿Era una cruz en forma de T, donde se ve la
inicial de Tehos, Dios? ¿Una cruz de cuatro brazos? ¿Una cruz en Y? ¿Una cruz
en aspa? La realidad es que los romanos no prevían ningún modelo reglamentario.
Séneca explica en uno de sus escritos: “Veo delante mío cruces, no todas son
iguales, varias según el maestro que las ha construido”
Una altura superior a los tres metros
La Cruz siempre se ha representado como muy grande, sin embargo, la realidad demuestra que no tenia una altura superior a los tres metros. Juan nos da su tamaño escrito al explicar: “...sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca”. La planta de hisopo no supera nunca el metro de altura, por lo que sí se quería llegar hasta la boca de Jesús, la cruz no podía ser superior a tres metros de altura.
La crucifixión es una muerte por asfixia
De cualquier forma la crucifixión es una muerte por asfixia, ya que un hombre crucificado tiene en suspensión los músculos de la espalda, los pectorales, los de los costados y los músculos intercostales, es decir todos los músculos respiratorios, una postura que impide, prácticamente respirar.
La Cruz siempre se ha representado como muy grande, sin embargo, la realidad demuestra que no tenia una altura superior a los tres metros. Juan nos da su tamaño escrito al explicar: “...sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca”. La planta de hisopo no supera nunca el metro de altura, por lo que sí se quería llegar hasta la boca de Jesús, la cruz no podía ser superior a tres metros de altura.
La crucifixión es una muerte por asfixia
De cualquier forma la crucifixión es una muerte por asfixia, ya que un hombre crucificado tiene en suspensión los músculos de la espalda, los pectorales, los de los costados y los músculos intercostales, es decir todos los músculos respiratorios, una postura que impide, prácticamente respirar.
Duda
Sólo Juan
explica que Jesús carga con la cruz hasta el Gólgota: “Y él cargando su cruz,
salio al lugar llamado de la Calaver, y en hebro, Golgota” [Jn. 19:18]. Todo
parece indicar que es más creíble que alguien ayudase a Jesús a llevar la cruz,
ya que es difícil pensar que después de haber sido flagelado, le quedase fuerza
para poder transportarla. Algunos estudiosos piensan que los soldados llevaron
a Jesús, mientras Simón transportaba la cruz, ya que el verbo griego pherein
significa llevar.
CRUCIFIXION
La
crucifixión era el método de ejecución más despiadado que empleaban los
romanos, reservado solo para esclavos y criminales. Consistía en fijar el reo a
una cruz, atando sus manos y pies o de manera más cruel, traspasándolos con
clavos. Los griegos y los romanos le añadieron al madero original, uno
transversal llamado patibulum. Aunque los judíos no ejercían esta práctica,
sabían que era colgar a alguien de un madero y la maldición especial que tenía,
Dt. 21:22,23 Ahora veamos en que consistía realmente la crucifixión. Esta se
dividía en dos partes: la pequeña muerte y la gran muerte. LA PEQUEÑA MUERTE:
consistía en flagelar con azotes al reo antes de crucificarlo. Era llamada así
por los romanos, pues los azotes a veces producían la muerte. El reo era
maniatado a un poste y el verdugo le propinaba 39 latigazos, con un látigo de
varias cuerdas que tenía pedazos de hueso y metal, arrancándole fragmentos de
músculos, nervios y huesos, causándole indecible dolores. Seguidamente la
víctima era forzada a llevar el madero hasta el lugar de ejecución.
LA GRAN
MUERTE
Es la
crucifixión propiamente dicha, cuyo fin era producir una muerte lenta. El
sufrimiento de Jesús, sumado a la vergüenza y escarnio público, fueron tales
que sólo duró seis horas en la cruz. Según el Salmo 22, el Señor Jesucristo
atravesó por ocho tormentos, veamos:
·
1. Los clavos: “ me han traspasados las manos y los pies
“. Sal.22,16. Los soldados romanos fijaron a Jesús en la cruz utilizando clavos
de 12 cm. De largo y 2cm. de espesor.
·
2. El sedil : Soporte de madera que tenía la forma y el
tamaño de un cuerno de rinoceronte, el cual se fijaba en el madero , y servia
para sostener el torax del crucificado a manera de asiento: Tal objeto cavaba
profundamente en los genitales, produciendo indecibles dolores.
·
3. Descoyuntamiento de las articulaciones. Sal. 22,14.
El golpe seco que se produjo al levantar la cruz sobre un orificio cavado en
tierra causó tal sacudimiento del cuerpo de Jesús, que sus huesos se
descoyuntaron.
·
4. Endurecimiento de las articulaciones: La posición
incomoda, el peso del cuerpo y el afán de dar descanso a brazos y piernas,
producían endurecimiento en las articulaciones por el desecamiento del líquido
articular, le generaba terribles calambres.
·
5. Sed extrema: Generada por la deshidratación debido a
la perdida de sangre y el ardiente sol. “ Se ha secado mi vigor como una; la
lengua se me pega al paladar “ Sal. 22,15. Jesús estuvo colgado 6 horas en la
cruz y durante 3 horas recibió rayos solares que caen con más intensidad. 6.
Infección de las heridas: los mosquitos, moscas y otros insectos invadían las
llagas, originando infecciones tales como tétano, tifus entre otros. 7. Corazón
destrozado por la lanza: “ Mi corazón fue como cera derritiéndose en medio de
mis entrañas “. Sal. 22,14. 8. Tortura de las corneas: Jesucristo fue
crucificado de cara al sol y los rayos aunque apretaba los ojos los rayos
penetraban sus ojos.
Para Mircea Eliade, es con la aparición de la
agricultura donde surge el sacrificio cruento. La observación de los ciclos
agrícolas comprende que la vida como creación implica una transferencia de la
misma. A través del sacrificio, se proyecta la energía y la vida de la víctima
sobre la obra que se pretende crear.
El sacrificio no es necesariamente sinónimo de inmolación. Etimológicamente viene de la palabra latina sacrificium, significa “acción sagrada”. El sacrificio remite a la introducción del hombre al dominio de lo sagrado y se puede definir el sacrificio como el acto que apunta al doble fin: hacer un don a Dios y santificar o purificar al hombre.
El sacrificio no es necesariamente sinónimo de inmolación. Etimológicamente viene de la palabra latina sacrificium, significa “acción sagrada”. El sacrificio remite a la introducción del hombre al dominio de lo sagrado y se puede definir el sacrificio como el acto que apunta al doble fin: hacer un don a Dios y santificar o purificar al hombre.
Juan Calvino y el sacrificio
En la cruz, entonces y, sin duda, todos
aceptamos esto, Cristo soportó el castigo, y procuró la salvación. La pregunta
ahora se levanta: ¿por quién soportó el castigo?, y ¿para quién procuró la
salvación? Hay tres avenidas por las cuales se puede viajar respecto a esto:
1.
Cristo murió para salvar a todo hombre, sin distinción. 2. Cristo murió para
salvar a nadie en particular. 3. Cristo murió para salvar a cierto número.
El
primer punto de vista es el sostenido por “Universalistas” a saber: Cristo
murió para salvar a todos los hombres, y así, muy lógicamente, asumen que todos
los hombres serán salvos. Si Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado,
rescatado, dado Su vida, por todos los hombres; entonces, todos los hombres
serán salvos. El segundo punto de vista implica que Cristo procuró una
salvación potencial para todos los hombres. Cristo murió en la cruz, pero
aunque pagó la deuda de nuestros pecados, su obra en la cruz no es eficaz hasta
que el hombre se “decida por” Cristo y, de ese modo, sea salvo.
El
tercer punto de vista dice que Cristo murió positiva y efectivamente para
salvar a cierto número de pecadores que merecían el infierno, en quienes el
Padre había puesto su libre elegible amor. El Hijo paga la deuda por estos
elegidos, hace satisfacción por ellos a la justicia del Padre, e imputa Su
propia justicia a ellos, para que sean completos en Él.
La
tercera de esas alternativas es la que está más de acuerdo a la Biblia: Cristo
murió para salvar a un número particular de pecadores; esto es, a aquellos que
“según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo” [Efe. 1:4]; aquellos
a quienes el Padre “Le ha dado del mundo [Juan 17:9]; aquellos por quienes Él
mismo dijo que derramaba su sangre: “Porque, esta es mi sangre del nuevo pacto,
la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados.” [Mat. 26:28]
Esta
última vista hace justicia al propósito de Cristo de venir a esta tierra a
morir en la cruz. “Llamarás su nombre Jesús, porque salvará a Su pueblo de sus
pecados.” [Mateo 1:21]. Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por
las ovejas. [Juan 10:11]; Nadie tiene mayor amor que este, que alguno ponga su
vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciéreis las cosas que yo os
mando. [Juan 15:13,14]; Jesús “amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por
ella”. [Efe 5:25]. “El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado
para nuestra justificación. [Rom. 4:25]. “Por Su conocimiento justificará mi
siervo justo a muchos, y Él llevara la iniquidad de ellos [Is. 53:11]. Y ¿cuándo
efectúa esto?, mientras cuelga en la cruz, dice el profeta Isaías en el
capítulo 53 de su profecía, “verá el fruto de Su propia aflicción y se dará por
satisfecho”. El padecimiento de Su alma, mientras derrama Su sangre en ofrenda
por nuestros pecados, produce hijos espirituales para la gloria de Su nombre, y
se dará por satisfecho cuando vea esta obra completada.
La doctrina de la
cruz.
La doctrina de la cruz. 1
Corintios 1, 18. Hablar de la cruz o la doctrina concerniente a la cruz; es
hablar de la doctrina que proclama al mundo perdido la salvación por medio de la
crucifixión de Cristo. Ante la predicación de ese evangelio siempre habrán dos
clases de hombres: Los incrédulos y los contradictores, que perecen, y los
creyentes obedientes, que están en estado de salvación (Isaías 29, 14 al
16). Los sabios judíos, los maestros y los escribas y cualquiera que defendiera
las tradiciones judías o busca sentidos alegóricos, místicos y cabalistas a las
Sagradas Escrituras, llevado más por la sabiduría humana que por la espiritual,
consideraban que la predicación de Cristo crucificado era locura y los gentiles
hacían eco de la expresión en oposición a las doctrinas propias de los judíos
no cristianos las cuales ellos mismo llamaban sabiduría. No es por la locura
que Dios salva al mundo, sino por ese evangelio que ellos llaman locura, y que
en realidad, era la verdadera salvación. La locura era la verdadera
sabiduría de Dios también, el poder de Dios para salvación de los que creen.
Los judaizantes querían
mantener la circuncisión por encima de la crucifixión y por un mal entendido
entran en discusión con el Apóstol San Pablo sobre dicho tema y es cuando el
enfatiza la necesidad de predicar la salvación por medio del sacrificio de
Cristo en la cruz, aunque ello implique la enemistad de los Judíos y la cruz se
convierta en un tropezadero para ellos, al quedar por encima de la
circuncisión. La mejor solución al mencionado problema era la excomunión de los
que producían tal confusión. (Gá. 5, 11). El problema no es la cruz, es la
aceptación de la supresión de la circuncisión como rito de iniciación
superado ahora por la nueva doctrina de la Gracia. (Fe, bautismo). Tampoco el
cristianismo se puede acomodar al parecer de otros, por temor ha ser criticados
o rechazados por ellos como sucedía a los judíos convertidos en la iglesia de
Galacia. (Gá. 6, 12 al 14).
La cruz aunque era
tropezadero para algunos y vergüenza para otros, lo que sino se podía negar era
su sentido por ser el lugar a través del cual Dios ahora establecía un
solo cuerpo entre Judíos y gentiles por medio de la muerte de Jesús y los
reconciliaba con Él, en muestra de su buena disposición para perdonar y salvar
tanto a judíos como a gentiles, y para algunos judíos aunque convertidos, su
estreches religiosa no se los permitía comprender de un todo (Ef. 2, 16 y 17;
Fil. 3, 18).
Jesús conocía la Tora y
sabia que sufrir la muerte de cruz lo colocaba entre dicho ante los suyos como
un maldito malhechor y más cuando había predisposición hacia Él y ante
cualquiera nueva doctrina que no enmarcara entre las ya existentes (Dt. 21, 22
y 23). He ahi el valor del verdadero amor por nosotros al sufrir muerte de cruz
y no comprenderlo es un pecado y nos colocamos en la misma posición judía. El
Resto lo sabemos y lo comprendemos bajo la enseñanza del Espíritu santo.
Gracias a Dios y a su amor ahora tenemos por su muerte en la cruz y
resurrección un Salvador y Mediador a la derecha del padre. Hebreos:
12:1 Por tanto, nosotros también, teniendo
en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y
del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante,
12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
12:3 Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse
hasta desmayar.
Siervo