La Hagadá y La Tradición Judía
El éxodo de Egipto ha dejado el más profundo impacto de todos los grandes acontecimientos en la historia de Israel.
Ni la constitución del primero, el segundo y el tercer Estado hebreos, ni la fundación de los dos Templos de Jerusalem, ni la guerra contra Roma, ni los distintos levantamientos libertarios, han dejado huellas tan profundas en la trama de la tradición judía.
Cuando el sumum de la ley judía, resonó en el Sinaí, a través del Decálogo, el primer mandamiento abre con esta premisa: “Yo soy Adonai, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos”.
El Éxodo de Egipto no se limita meramente a ser el jalón de donde arranca la historia judía; es mucho más que esto, ya que representa el documento de identidad del mismo Dios, que se glorifica con este trascendental suceso, del que se dice protagonista número uno.
La Hagadá
La más popular expresión de este remoto acontecimiento es la “Hagadá”, que se lee en todos los hogares tradicionales judíos. La “Hagadá” ha llenado la imaginación de grandes y chicos. Con el andar de las generaciones se ha convertido en un elemento inapreciable, querido y mimado, en una trama valiosísima del folklore judío.
Ninguna pieza de la tradición hebrea ha sido adornada y embellecida con páginas iluminadas como la “Hagadá”; ninguna otra creación del acervo judaico ha acicateado tanto la imaginación y el arte pictórico, como la “Hagadá”.
Por este mismo motivo, la “Hagadá de Pesaj” es uno de los testimonios más fecundos y vivientes para rastrear el mecanismo de la evolución de la tradición judía a través de los siglos.
La “Hagadá” – cuya versión literal significa la “leyenda”- es el testimonio auténtico de cómo se desarrolla la tradición en general, y la hebrea en particular, a través de la trama vital del judaísmo.
Es un hecho, que el Éxodo se verificó hace unos 3.550 años – la “Hagadá” tiene muchos menos años, es decir que es muy posterior. Se compone de algunos breves extractos del Pentateuco, referentes especialmente a la narración de la esclavitud de los hebreos en Egipto; a su milagrosa salvación mediante la mano fuerte del Señor; a las diez plagas y su significado.
Contenido
Contiene también, algunas disquisiciones de orden moral, como ser las cuatro categorías de seres humanos (el sabio, el perverso, el ingenuo y el ignorante); el punto de vista sobre los deberes de las generaciones posteriores con respecto al problema de la emancipación iniciada por el Éxodo de Egipto (“vehigadtá lebinjá” - y enseñarás a tu hijo).
Por último, contiene el enfoque de eminentes representantes de varias generaciones – muy posteriores al Éxodo- con respecto a la rememoración de aquel glorioso suceso.
En este orden de cosas trae a colación opiniones de Rabi Eliézer, Rabi Elazar ben Azaria, Rabi Akiva y otros más que celebraron el Pesaj en Benei Brak; o el parecer de Rabán Gamliel, de Hilel el Anciano y muchos más, que añadieron a la tradición heredada de generaciones, ideas y enfoques propios, basados en las escrituras,unos 1.300 años después del Éxodo.
Es decir que se trata de un maravilloso ejemplo – testimoniado a través de la “Hagadá” – que la tradición no es un bien cultural o religioso estancado que se hereda tan sólo del pasado remoto, que se transmite tal cual a las generaciones venideras. Es mucho más que esto, por cuanto se vivifica permanentemente, añadiendo interpretaciones, experiencias y vivencias de la propia generación.
Tradición
Solamente así la tradición se inmuniza contra el peligro de fosilizarse. Por ello, precisamente, la tradición es el acervo que se transmite de generación en generación, luego de añadir cada una de ellas algo de lo suyo propio.
De tal modo, ella puede ser comparable a una corriente poderosa, que desciende desde los albores de la historia, pero cuyas aguas son permanentemente engrosadas por múltiples afluentes de aguas vivificantes, que se añaden en cada una de las generaciones, regando de este modo generosamente la historia. Es así como la “Hagadá” – el relato- de Pesaj se ha renovado y embellecido, al añadir las sucesivas generaciones sus propios himnos, entonados sobre la base de la trama de sus propias experiencias.
Este ha sido siempre el sentido auténtico de la tradición y religión judías, mientras se amamantó y creció alimentada por la savia de su propia tierra. La prueba de ello reside en el hecho que apenas resurgida la Tierra de Israel, nuevamente la “Hagadá” está cobrando su remozamiento de antaño. Se agregan a ella nuevos himnos, renovadas interpretaciones en base a los actuales hechos de martirio y de gloria, en aras de la definitiva liberación de Israel.
Precisamente, este espíritu dinámico de la “Hagadá”, de la evolución de las formas tradicionales judías – para adecuarlas a la época en la que vivimos – es el desafío más acuciante para que la vieja generación quiera y sepa poner las costumbres, al alcance de la joven, en un idioma y espíritu que le sean accesibles.
Los principios fundamentales sobre los que se asienta la tradición judía pueden y deben ser eternos; pero los medios y las formas requieren con urgencia, los ajustes imprescindibles que son del resorte exclusivo de cada siglo.
Artículo escrito por: Moshe Korin, Director del Departamento de Cultura de AMIA.