Para la fe del cristiano, la Parusía del Señor posee cuatro significados especiales, tanto para cada uno de nosotros como para el mundo en general:
1. La victoria definitiva de Cristo sobre el demonio y el mal:
“Entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la manifestación de su Venida” (2ª. Tesalonicenses 2:8).
2. La victoria definitiva sobre la muerte:
En efecto, el día de la Parusía habrá la resurrección de los muertos. “El mismo Señor bajará del cielo con clamor, en voz de arcángel y trompeta de Dios, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivimos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires, y así estaremos siempre con el Señor” (1ª. Tesalonicenses 4:16-17). “El ultimo enemigo en ser destruido será la Muerte” (1ª. Corintios 15:26).
3. El juicio definitivo sobre la humanidad y el mundo:
Para cada uno de nosotros, el juicio se realizará al final de nuestra vida terrenal. Inmediatamente después de nuestra muerte seremos puestos en una situación definitiva de salvación o de condenación.
Sin embargo, el juicio sobre los pueblos y el mundo entero se dará al final, donde se manifestarán las consecuencias de las acciones de los hombres; la suma total del bien y del mal. El Juicio Final no cambiará la situación de cada uno, pero sí que habrá un aumento intensivo de bienaventuranza o de sufrimiento: cada uno participará del premio o del castigo con la totalidad de su ser, con el cuerpo resucitado y con la plenitud de los hermanos. “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos unos libros, y luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras” (Apocalipsis 20:11-12).
4. La restauración del cosmos:
La creación misma participará en la gloria de los hijos de Dios. El tema es presentado en el Nuevo Testamento a través de dos imágenes: la de la Nueva Jerusalén (Gálatas 4:26) y la de los nuevos cielos y la nueva tierra, en los que habite la justicia (2ª. Pedro 3-13).
Pero en el libro del Apocalipsis las dos imágenes están juntas: “Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron y el mar no existe ya. Y vi la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo” (Apocalipsis 21:1-2).
No sabemos cómo serán estos cielos nuevos y la tierra nueva. Lo que sí es cierto es que el cristianismo es una religión de salvación integral; del hombre, de su cuerpo y de la creación entera.
“Dice el que da testimonio de todo esto: ‘Sí, vengo pronto’. Amén. Ven Señor Jesús. Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén”