Jesús más que un Profeta.
Jesús fue un profeta. Fue más que profeta, pero era profeta, y así se consideraba (véase Lucas 4:24; 13:33). Esta claro que el conscientemente se puso en la sucesión de los profetas y desempeño el papel de un mensajero del juicio divino sobre el pueblo de Dios a causa de sus pecados y fracasos. Además, se consideraba como él ultimo de una larga línea de profetas, quien fue a su vez anunciado como heraldo, y a quien le toco la triste tarea de pronunciar el juicio final en contra de su pueblo infiel. Sin duda el se consideraba como el enviado para cumplir la profecía de Malaquias tocante a “el día de JHV grande y terrible” (4:5). Malaquias había prometido que Dios enviaría a “Elías el profeta” antes que viniera ese terrible día de destrucción. Jun el Bautista había aparecido con un candente mensaje de acusación. Anunciando una catástrofe que caería de un momento a otro sobre la nación (Mateo 3:1-12). De inmediato Jesús identifico a Juan como “aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:14). Mas tarde, después de la muerte de Juan, y luego, antes de su propia crucifixión, los discípulos le mencionaron la expectación popular sobre la Elías venidera, y Jesús volvió a aclarar su identificación: “os digo, que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron en el todo lo que quisieron” (Mateo 17:12).
Jesús usaba la frase más comprensiva
Jesús no uso la expresión que la mayor parte de los profetas posteriores había usado para indicar este tiempo terrible de juicio nacional. El día del Señor, era la frase que usaban ellos (véase Joel 2:1; Sofonias 1:14; Zacarías 14:1). Jesús usaba la frase más comprensiva, “el reino de los cielos. Su mensaje era: “Arrepentios, que el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Cuando envió a sus doce discípulos para predicar a las ciudades de Israel, los instruyo para que proclamasen este mensaje del reino que vendría de un momento a otro y que llamaran al arrepentimiento. Les aclaro que si una ciudad no hiciera caso y no se arrepintiese, una terrible destrucción le sobrevendría (Mateo 10:5-15) 11: 24).
Jesús pronuncio sentencia de ruina
Menciono a Jerusalén en forma especifica y hacia fines de su ministerio pronuncio su sentencia de ruina inevitable (Mateo 23:37-39; Lucas 21: 20-24).
No estaba equivocado Jesús en sus profecías acerca de la destrucción de Jerusalén y de otras ciudades judías, y del fin de la nación judía. Esto aconteció literalmente en esa generación, en el año 70 D.C. Véase, Judaísmo Bajo Roma.
Jesús comprendía plenamente el carácter del instrumento y la condición de la elección divina de Israel. Declaro que la nación estaba bajo sentencia y que sufriría la destrucción a causa de su infidelidad. También comprendía que una persona no era miembro de la raza escogida por el mero hecho de tener sangre hebrea corriendo por sus venas. Juan el Bautista había encarado este problema y había declarado: “No penséis decir dentro de vosotros: A Abraham tenemos por padre: porque yo os digo, que puede Dios despertar hijos a Abraham aun de estas piedras” (Mateo 3:9). Jesús dio su aprobación a la doctrina del Bautista, y el mismo expreso la misma verdad en términos igualmente fuertes. A un grupo de judíos que se jactaban de su linaje, les declaro: “Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham harías. Empero ahora procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios: no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre”. Los judíos no comprendieron lo que quiso indicar y Jesús tuvo que decirles claramente: “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir” (Juan 8:39, 40,44). Para Jesús, pues no eran el pueblo de Dios aquellos que tenían la sangre de Abraham en sus venas, sino aquellos que tenían la fe de Abraham en sus corazones. El hecho de pertenecer al pueblo de Dios no era asunto de nacimiento ni de raza; más bien dependía de la creencia y de la calidad de su vida espiritual. Por lo tanto, aquellos que formaban el pueblo de Dios solo de nombre, estaban bajo la condenación; pero aquellos que eran de hecho y en verdad el pueblo de Dios, serian guardados para ser utilizados en el programa divino.
La estrategia del Ministerio Público de Jesús.
Este concepto de su propio papel como profeta explica la estrategia del ministerio público de Jesús. Este se divide en dos fases distintas:
En la fase primera su mensaje se dirigía a la nación judía entera. “Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y todo achaque en el pueblo” (Mateo 9:35). En esta fase su plan fue extensivo, literalmente trataba de proclamar su mensaje en cada una de las aldeas judías. Consiguió la ayuda de sus discípulos para alcanzar a cubrir un territorio más amplio. Les encargo que limitasen su predicación a los centros judíos. Pero hubo una razón para eso. Su propósito durante esta fase de su ministerio fue dar testimonio al pueblo escogido y ofrecerles una ultima oportunidad para arrepentirse. Había una posibilidad remota de que la nación como un todo pudiera oír y hacer caso de u advertencia seria. De todos modos, el mensaje tenía que ser proclamado en una área amplia de modo que Dios fuese del todo justificado en la destrucción de la nación y que el pueblo estuviera sin disculpa.
La segunda fase el ministerio de Jesús fue intensiva, más bien que extensiva. El señor se volvió de la predicación pública a la instrucción privada de un grupito de sus discípulos, ya que veía que la suerte de la nación estaba sellada. No había ningún indicio de un arrepentimiento general. No quedaba ya mas remedio que el castigo que inexorable y rápidamente caía sobre esa nación condenada. La única esperanza era que un pequeño remanente pudiera salvarse como el núcleo de un pueblo nuevo. Volviéndose con tristeza de su ministerio infructuoso de la predicación, Jesús puso sus esperanzas en ese grupito de sus discípulos. Si solo ellos pudiesen lograr comprender y aceptar el propósito que Dios tenia para ellos, no estaría todo perdido. Su primer estimulo en ese sentido le vino cuando Simón Pedro hizo su “gran confesión”, indicando que reconocía que Jesús en persona era el Mesías (Mat. 16:13-20). De allí en adelante Jesús concentro su atención en ese grupito. Tratando de dirigirles a una comprensión plena del plan de la redención del mundo. “Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le convenía ir a Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16:21).
La Parábola de la Viña aplicada a los líderes religiosos.
La culminación del trato de Jesús con el pueblo de Israel vino durante la última semana de su ministerio. El martes – Véase El sentido de los últimos hechos y dichos de Jesús-, de esa semana fatal él enseñaba en el templo. Los príncipes de los sacerdotes y los ancianos fueron a donde estaba el, exigiendo que les explicara de donde había recibido su autorización para hacer lo que hacia (Mateo 21:23). Ellos representaban la burocracia religiosa y civil de los judíos Jesús se dirigió a ellos como representantes de la nación entera. Les declaro que ellos habían pretendido arrepentirse, pero que realmente no habían experimentado ningún cambio de corazón por la predicación de Juan el Bautista. Entonces les relato una parábola. Claramente describió como un señor había plantado y preparado una viña, la había arrendado a labradores y se había ido lejos. En la época de la cosecha, el dueño de la viña envió a sus sirvientes para recibir la parte de los frutos que le correspondía. Pero los labradores golpearon o apedrearon a los sirvientes y los echaron sin fruta alguna. Este estado de cosas siguió año tras año, hasta que por fin el dueño envió a su propio hijo para reclamar la parte correspondiente de los frutos. No obstante, los labradores malvados no respetaron en nada al hijo del dueño y en forma cruel lo mataron. Con esta historia Jesús había conseguido el interés de los dirigentes judíos. Entonces se detuvo y les dirigió una pregunta: “Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?”.
Pudo haber una sola respuesta, y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos se la dieron: “A los malos destruirá miserablemente, y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo”.
Los actores principales de la Parábola de la Viña.
Los dirigentes judíos habían caído en la trampa. Quedaban condenados por sus propias palabras. Demasiado tarde se dieron cuenta de que Jesús estaba contando una parábola en la cual eran ellos los actores principales. Jesús aplico la parábola sin titubear. Sus palabras constituyen el juicio oficial de Dios sobre la nación hebrea: “por tanto los, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de el” (Mateo 21:43).
La suerte de Israel ya estaba sellada. Dios los había escogido con un propósito definido. Los había hecho mayordomos de la revelación de el al mundo. En vez de cumplir su propósito dando a conocer a Dios al mundo, los judíos intentaron guardar para sí todos los beneficios de las bendiciones de Dios. Los profetas habían sido enviados para reprender al pueblo y traerles al arrepentimiento y la fidelidad en su representación del reino de Dios. Pero habían apedreado a los profetas. Al final el hijo de Dios vino con la misma postulación, pero ellos resolvieron matarlo también a el. Esop fue ya el colmo. La paciencia de Dios se había acabado. Israel como nación, fue rechazado como el instrumento escogido de Dios. En adelante un pueblo nuevo tomo su lugar. La tarea final de Jesús fue preparar al núcleo de este pueblo nuevo.
¿Jesús era exclusivamente un Personaje Judío?
A menudo hay quienes insisten que Jesús era exclusivamente un personaje judío. Algunos eruditos se han esforzado grandemente para comprobar que el horizonte del maestro de Galilea no se extendía mas allá de las fronteras de la raza y la nación judía, que el se consideraba como un Mesías nacional y que un propósito para el mundo no tenia parte en sus planes sino que fue un desarrollo posterior del cual el apóstol Pablo fue en gran parte responsable.
No seria posible presentar argumentos plausibles a favor de esta teoría a menos que hubiese alguna base para ella en las Escrituras. Hay varios versículos en el Nuevo Testamento que si fuese interpretado solo, parecerían indicar que Jesús tenía un punto de vista netamente estrecho y nacionalista estos versículos necesitan de explicación. He aquí tres de los más importantes:
Mateo 10:5,6: “A estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de samaritanos no entréis; mas id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” aquí al parecer, Jesús no se preocupa por nadie que no tenga sangre judía. Todos los demás están fuera del círculo de interés.
Mateo 15:24: “Y el respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Aquí evidentemente Jesús demuestra tener un fuerte prejuicio racial. Deliberadamente rehúsa (al principio) ministrar a una mujer cananea, y claramente indica que su misión es solo a los judíos.
Juan 4:22 “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos: porque la salud viene de los judíos”. Aquí Jesús muestra una falta de respeto hacia las ideas religiosas de los samaritanos, y lisa y llanamente declara que los judíos ocupan un lugar único tocante a la salvación que Dios provee.
Pues bien, ¿era Jesús un profeta judío, estrecho y con muchos prejuicios, quien compartía las nociones populares de su época de que Dios se interesaba exclusivamente en el pueblo israelita y de que para ser salvo, era indispensablemente que una persona fuera judía o que fuera prosélito judío? Esta pregunta tiene que ser afrontada en forma franca. Esto versículos, interpretados sin referencia al contexto y luego juntados a unos pocos mas, se prestan como colores para pintar un cuadro de un Mesías exclusivamente nacional y racial, sin interés en el mundo, ni programa universal. Nuestro propósito en este capitulo es, en primer lugar, interpretar estos pocos versículos en relación a todo el ministerio de Jesús y luego, mostrar que otros pasajes, mucho más numerosos e ineludibles, aclara completamente que Jesús desde el comienzo hasta el fin, se consideraba como enviado con un propósito para todo el mundo.
Última suplica de Jesús al Pueblo Escogido de Dios.
La explicación de Mateo 10,5-6. (La explicación fue sugerida) la aparente falta de interés de Jesús por los samaritanos y gentiles se debía al propósito especial que había detrás de los viajes de predicación durante la primera parte de su ministerio.
Había sido enviado para hacer una ultima suplica al pueblo escogido. La tentación de desviarse para predicar a los gentiles tenia que ser rechazado resueltamente. Jesús específicamente reconocía que su mensaje convenía a los gentiles, y que habría sido más eficaz en Tiro y Sidón ciudades de los gentiles de lo que era en centros judíos (Mateo 11:21). Pero el tiempo para predicar a los gentiles no había llegado aun. Primeramente el mensaje debía se entregado a Israel en un esfuerzo para salvar a cuantos fuera posible del terrible juicio que sobrevenía a esa nación, desesperanzada dentro de esa misma generación. Había necesidad de apuro y de un esfuerzo concentrado para alcanzar a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Fue así un asunto de estrategia y no de un interés limitado.
El pasaje Más difícil del Nuevo Testamento
Mateo 15:21-28 es uno de los pasajes mas difíciles del Nuevo Testamento. Casi parece que Jesús no era Jesús. No es fácil explicar su comportamiento aquí, no solo a causa de su declaración: “No soy enviado sino a las ovejas pérdidas de la casa de Israel”, sino también a causa de sus palabras aun mas duras, “No es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”. ¿Será que el considera que los israelitas son los hijos de Dios y que todos los gentiles son meramente perros? (El problema resulta un poco menor debido a que Jesús usa la forma diminutiva “perrillos”, un termino de cariño). Si pudiéramos oír el tono de voz que uso Jesús o ver la expresión de su cara, posiblemente tendríamos algún indicio de sus pensamientos al hablar así. Se ha sugerido que esta fue una lección grafica que quiso dar a sus discípulos quienes compartían el prejuicio tan común de los judíos. Otra explicación es que solo estaba probando la fe y la humildad de la mujer. Si así fue, ella salió victoriosa de la prueba. Lo más significante, sin embargo, no es lo que dijo Jesús, sino lo que hizo. Simulo que iba a limitar su ministerio de misericordia a sus hermanos según la carne, pero realmente concedió lo que pedía la Cananea y sano a su hija. De este modo su acción dejo de lado a sus palabras, y se comprobó que su amor y solicitud no estaban limitados por asuntos de raza o de nacionalidad.
La Salvación es de los judíos.
Juan 4:22 no debe ser problema. Cuando Jesús dijo “Salvación es de los judíos”, sencillamente decía la verdad: Dios escogió a la nación judía como el instrumento de salvación para el mundo. El Mesías era de estirpe judía. Jesús dijo que la salvación es para los judíos y solo para ellos. El dijo que era de los judíos, es decir partía de los judíos pero se dirigía a todo el mundo. Con justicia denuncio la religión samaritana como corrompida, pues lo era. Y siguió diciendo que en el futuro cercano la adoración a Dios iba a librarse de todas las limitaciones locales, tales como el templo de Jerusalén y llegar a ser un asunto netamente espiritual, algo que podía ser practicado en cualquiera parte. Es significante observar que pos el mismo hecho de estar conversando con la Samaritana, Jesús estaba cruzando la frontera de raza y nacionalidad.
De este modo será con cualquier pasaje del Nuevo Testamento que superficialmente este de acuerdo con la teoría de que Jesús era estrecho en sus simpatías y planes. Cuando se comprenden bien, estos pasajes enseñan completamente lo contrario.
Concepto popular del Mesías
Hay que recordar que en los tiempos de Jesús había un concepto popular del Mesías que era estrecho y nacionalista. Una expectación apocalíptica se hizo general durante la época de las guerras de los Macabeos y llego a ser aun más intensa bajo el dominio odioso de los romanos. La esperanza popular era que viniera un libertador nacional, quien ocuparía una combinación de fortaleza militar judía y un poder personal de una naturaleza milagrosa para llevar a feliz termino una revuelta, librando a los judíos de la dura opresión de Roma y estableciendo un reino independiente, de esplendor y poderío, como en los días de David y Salomón. Esta expectación se basaba en unos pocos pasajes seleccionados de los profetas (erróneamente interpretados), y en partes de la literatura apocalíptica del periodo de los Macabeos tales como los libros de Enoc y Tobit. A este cuadro compuesto de muchas fuentes, la imaginación popular había agregado muchos retoques fantásticos.
Fue precisamente porque existía esta expectación popular de un Mesías netamente nacionalista y porque Jesús repudiaba este concepto del todo, que tenía que cuidarse tanto en anunciarse como el Mesías.
Temprano en su ministerio publico, se levantaron las esperanzas populares a causa de los milagros maravillosos obrados por Jesús. Al final el pueblo decidió que Jesús verdaderamente era el Mesías y trato de tomarle por la fuerza, para hacerle rey (Juan 6:15).
Jesús rehusó aceptar ser coronado como Mesías Nacionalista.
Comprendiendo bien que la idea del pueblo, era netamente temporal, materialista y nacionalista, idea a la cual el no iba a poder subscribirse. Para impedir que la agitación popular pasase los límites de la prudencia y estallara en una revuelta contra el dominio romano, Jesús insistía ante sus discípulos que no debían decir a nadie que él era el Mesías. El señor no estaba dispuesto a identificarse con la idea popular del Mesías y necesitaba de más tiempo para imprimir en las mentes de sus seguidores el concepto de su persona y de la labor mesiánica.
Jesús formo el concepto de MesíasJesús formo su concepto de la gestión del Mesías de los escritos de los profetas, más su propia conciencia interior única. Conocía a fondo las profecías del Antiguo Testamento. Sabia como leerlas y como interpretarla. Alcanzo a ver aquello que la gente pasaba por alto. Basado en los escritos proféticos, saco un cuadro del Mesías que era completamente diferente a la noción popular. A este cuadro, que para él era un espejo en que se veía a sí mismo, agrego ciertos elementos netamente personales, los que brotaron de su comunión perfecta con el Padre y de su perfecta obediencia a los principios que conocía por intuición
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