Bat-Iftaj: El Tráfico de Mujeres en Israel
Por: Michael Telias
Hace pocos meses se publicó en el sitio de Internet de la Knesset el reporte de la Comisión Parlamentaria sobre la Prostitución y el Tráfico de Mujeres. El perturbador reporte concluye que en Israel del siglo XXI, miles de mujeres por año son traídas de forma ilegal, y vendidas por mercaderes de la prostitución por cientos o miles de dólares por cabeza, como el ganado, a prostituidores locales que las condenan a una vida de miseria en prostíbulos a lo largo y ancho del país.
Las mujeres son condenadas a vivir en una situación de interminable pobreza, muchas veces inducidas a la adicción al alcohol y a las drogas, con el objetivo de aumentar el dominio del dueño de prostíbulo sobre las vidas de las mujeres. El reporte muestra datos asombrosos sobre las condiciones de vida de dichas mujeres, el salario que reciben y las condiciones sociales a las cuales son rebajadas. Sin servicios de salud, sin escolaridad para los hijos en casos de tenerlos, estas mujeres llegan a través del límite con Egipto, sobre todo desde Ucrania, Bielorrusia y Rusia. En su lugar de origen, les promete el primer vendedor una vida de lujos y un salario importante y, puesta la esperanza en la posibilidad de ayudar a sus pobres familias en el lugar de origen, se embarcan por propia voluntad en una travesía abominable.
En Egipto son confiadas en manos de beduinos que cruzan la frontera con Israel durante la noche. Una vez en Israel son llevadas a casa del “importador”, el cual invita a sus clientes potenciales a revisar la “mercadería”. Las grabaciones de una cámara escondida de la policia de Tel Aviv, puesta por un agente incógnito que participó en uno de estos “remates”, fueron transmitidas en el principal noticiero de la televisión israelí, hace ya más de seis meses. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, tanto por parte de la policía como parte de los legisladores, los contrabandistas de mujeres siguen ganando dinero, siguen saliendo bajo fianza, y como se dice por estos lados, en traducción libre al español, “las ruedas de la justicia giran muy lento”.
La prostitución como una forma de hacer justicia
A pesar de que en la Torá se prohíbe expresamente la prostitución y las relaciones extra-matrimoniales de todo tipo, podemos hacer referencia a varios relatos en los cuales se habla de prostitutas y de prostitución, sorprendentemente desde un punto de vista positivo. La primera narración la podemos encontrar en el libro de Génesis (XXXVIII). Yehudá, el hijo de Jacobo, se ha separado del resto de las tribus de Israel. Su hijo mayor, Er (“despierto”), se casa con Tamar (“dátil”), mujer cananea, que no alcanza a darle hijos, pues Er es muerto por Dios por ser “malo ante sus ojos”.
Según la costumbre existente en el Medio Oriente en la época del relato –y esto es algo que deducimos del texto mismo y puede ser comparado con fuentes externas-, el hermano del difunto debe darle a su cuñada un hijo en nombre de su hermano, para que su recuerdo no se pierda. El segundo hijo de Yehudá, Onén, rehúsa a servir como “padre asistente”, y en la cama con Tamar eyacula a tierra, con lo cual Tamar sigue sin quedar embarazada. Dios entra en el juego y castiga a Onén, matándolo.
Yehudá, ya con dos hijos muertos, decide no dar a Tamar su último hijo, Shela. Abandonada, dejada de lado y olvidada, Tamar tras ser dejada fuera de la familia de Yehudá, comienza a tramar su venganza. Tiempo después, disfrazada de prostituta y con la cara tapada para no ser reconocida, sale a la caza de Yehudá, el cual es atraído por los encantos de la mujer. Ella, consumado el acto, le pide dejarle en garantía ciertas prendas personales, hasta el día del pago. Muchos meses después, en embarazo avanzado, Tamar se muestra frente a Yehudá, presenta dichos objetos personales y le revela lo que hizo. El hijo pertenece a Yehudá, en nombre de su propio hijo Er, el original esposo de Tamar. Yehudá proclama que lo que hizo Tamar es lo más justo, y por eso la acepta nuevamente como parte de la familia, para que pueda criar a su hijo. Y entonces, ¿qué conclusión podemos sacar de este relato?, ¿que la prostitución es algo positivo, necesario? El gobierno del varón es aquel que prohíbe la prostitución, considerándolo algo perverso e indigno; pero es el mismo patriarcado el que promueve la prostitución, haciéndola un “mal necesario”.
La misma visión se desprende del cuento de Rajav, la ramera de Jericó (Josué II y VI-VII). Es solamente por la profesión de Rajav, que ésta tiene la posibilidad de hospedar en su casa hombres extraños, los espías de Josué. “[...] Solamente Rajav la ramera vivirá; ella y todos los que estan con ella en la casa, porque escondió a los emisarios que enviamos” (Jos VI, 17). De nuevo la prostituta es una mujer inteligente, que hace justicia y es capaz de entender lo que el resto de los habitantes de Jericó no, y es que la fuerza militar de los seguidores de Josué es imparable. Sin embargo, en ningún momento del relato se nos hace mención al hecho de que Rajav dejó la prostitución después de la conquista de Jericó, o tampoco de su conversión al judaísmo: “Pero Josué puso a salvo a Rajav la ramera y a la casa de su padre, y todo lo que ella tenía. Y ella vivió en medio de Israel hasta hoy, porque había ocultado a los emisarios a quienes enviara Josué para espiar a Jericó”. En el texto original:
"ואת רחב הזונה ואת בית אביה ואת כל אשר לה החיה יהושע ותשב בקרב ישראל עד היום הזה כי החביאה את המלאכים אשר שלח יהושע..."
Si lo comparamos con el texto de Ruth, por ejemplo, veremos las diferencias: “[...] porque dondequiera que tu vayas iré yo, y donde hayas de vivir, viviré yo [...]” (Ruth I, 16). Es decir, Ruth no “vive en medio de Israel”, como una extraña, sino que se convierte al judaísmo, casándose con Boaz y siendo fiel a Noemí, su original suegra. Pero, claro está, Ruth no es una prostituta. Y es por esto, tal vez, que su aceptación por parte del texto bíblico es más fácil y sustentable de forma lógica.
Y si seguimos un poco más allá en el análisis, podremos descubrir algo más perturbador aún. ¿Cuál es la contribución, desde el punto de vista narrativo, de Ruth al pueblo judío? Ruth no está dispuesta a abandonar a su suegra, vieja y pobre. Es, de hecho, un acto muy noble. Pero Rajav, la prostituta, es la principal causa, se podría decir, por la cual el pueblo es capaz de conquistar la ciudad de Jericó, principal obstáculo en el dominio de la Tierra Prometida por parte de Josué; esto además, claro está, a costo potencial de su propia vida y de toda su familia, ya que es de suponer claramente que si alguien en Jericó hubiese descubierto a la traidora, su destino hubiera sido la lapidación segura. Entonces, ¿quién es verdaderamente una heroína y quién no? ¿Y cuál es la recompensa de una frente a la recompensa de la otra?
Para concluir, citaremos una de esas “casualidades” del Tanaj, que tan placentera puede hacer su lectura. Ruth, la moabita, tras convertirse al judaísmo, se casa con Boaz, y juntos son los bisabuelos del Rey David. Boaz, hijo pródigo de la tribu de Yehudá, habitante de Beit-Lejem, es descendiente directo de Peretz (6 generaciones en total). Peretz es el hijo de Yehudá y Tamar... (ver Ruth, IV, 11-22).
La prostitución de la mujer por el beneficio del hombre
El más famoso cuento de abuso de una mujer es aquel que encontramos en Génesis XII, en la famosa parashá (trozo de la Torá –Pentateuco- que se lee semanalmente) de “Lej Lejá”, en la cual Dios ordena a Abraham abandonar la tierra de sus padres, Ur, y marchar hacia la Tierra de Israel. Poco después de haber llegado a la Tierra Prometida, Abraham la abandona, bajando a Egipto a conseguir provisiones. Allí, Abraham miente sobre Sara, su esposa, diciendo que es su hermana, por temor a que lo mataran para tomarla a ella como mujer. Decir que Sara es su hermana realmente evitará la muerte de Abraham, pero no evitará que Sara sea tomada por mujer por el Faraón: “[...] y la mujer fue llevada al palacio del Faraón" (15), “Y por ella el Faraón trató muy bien a Abraham, quien tuvo rebaños de ovinos y vacadas, y asnos y siervos...”(16). Es decir, está claro que si la mujer, Sara la esposa de Abraham, fue llevada a palacio, no fue precisamente para jugar ajedrez. Está claro además, que Abraham sabía que además de salvarse, iba a ser beneficiado económicamente, como está escrito en el previo versículo 13, “Di pues que eres mi hermana, para que sea favorecido por ti por tu causa y mi alma vivirá por ti”. Si cabe alguna duda, veamos la versión hebrea:
"אמרי נא אחותי את למען ייטב לי בעבורך וחיתה נפשי בגללך"
Está claro que Abraham, más allá de salvación física, buscaba el enriquecimiento material. No solamente que lo busca, sino que además lo encuentra. Los egipcios son golpeados con duras penas por parte de Dios, quien castiga al Faraón por haber tomado a Sara como mujer. Y la pregunta es, claro está, ¿por qué? Abraham había convencido a todos que se trataba de su hermana, ¿qué pecado cometió el Faraón y su pueblo para ser castigados de tal manera? En todo caso, quien debería ser castigado por mentiroso y por abusador debería ser el propio Abraham. Para colmo, sabemos de un segundo caso, en el cual Abraham busca dar un “nuevo golpe”, utilizando a su esposa. Esta vez es en Génesis XX, con Avimelej, Rey de Guerar. Sin embargo, esta vez, Dios se le aparece a Avimelej en un sueño, y le advierte sobre lo que está por ocurrir. Avimelej se apresura a devolver a Sara en manos de Abraham, y el daño es evitado. Pero una vez más, Abraham se va con las manos llenas de riquezas. Al parecer, los negocios realmente iban bien en esas épocas...
Bat Iftaj: y cargarás tu cruz, siempre...
No me puedo olvidar de la primera vez que recibí una explicación sobre el significado del símbolo femenino: ♀. La explicación consistía básicamente, si mi memoria no me falla, en que la cruz es la carga, el castigo eterno por el pecado original, que la mujer debe cargar. Hasta ahora vimos algunos ejemplos de dos motivos redundantes en el Tanaj. El primero es que, a pesar de que la sociedad patriarcal prohíbe y aborrece la prostitución, es la propia sociedad patriarcal la que la promueve, y para resolver dicha contradicción presenta a la prostitución en un marco de “condiciones especiales” a través de las cuales el abuso de las mujeres es justificado. El segundo, consiste en aquellos relatos en los cuales la prostitución es presentada como una forma de lucro por parte del hombre, mientras que en ningún momento se nos transmite los pensamientos o sentimientos de la mujer abusada.
El caso más extremo de abuso de mujeres es el caso de la hija del juez Iftaj. Tras la muerte de Gideon, y luego de otros jueces menores, el pueblo de Israel se enfrenta esta vez ante los ammonitas (Jueces X, 6). El nuevo héroe que ha de salvar al pueblo es uno que ha sido expulsado. ¿Por qué? Por ser hijo de una ramera, y no de una mujer legítima (Jueces XI, 1-11). De nuevo, la sociedad aborrece la prostitución, sin embargo existe en el cuento de Iftaj, por lo menos al principio, un punto de luz. Justamente el hijo ilegítimo, el expulsado, es convocado por el pueblo para transformarse en su líder.
Iftaj acepta la invitación de los ancianos del pueblo y sale a la lucha contra los ammonitas, al principio en forma diplomática (Jueces XI, 12-28) y luego en guerra abierta (Jueces XI, 29-33). Iftaj promete que sacrificará a aquella persona que salga primero a saludarlo al volver victorioso (vers. 30-31). El drama comienza cuando Iftaj llega a su casa victorioso y la primera persona que sale a saludarlo es su propia hija (Jueces XI, 34-40). Su propia hija, única. Por supuesto, Iftaj cumple con su voto, y sacrifica a su hija, matándola en honor a Dios.
Está claro que existe aquí un problema muy grave desde el punto de vista teológico. Los sacrificios humanos están completamente prohibidos en el judaísmo, y su lugar lo toman los sacrificios de animales que se llevaban a cabo en el Templo. Pero dejemos esto de lado. ¿Por qué el redactor del relato de Iftaj elige a su hija como sacrificio? ¿Por qué no existe ningún intento por parte de Iftaj de eliminar su promesa, o pagarla de otra manera?, ya que, si hubiera sido este el caso, no hubiese sido la primera vez en la narrativa tanájica en la cual alguien intenta eliminar una lamentable promesa. Es por ésta y por otras preguntas parecidas, que al parecer no tienen respuesta, es que Bat Iftaj, la hija de Iftaj, ha sido adoptada como símbolo del movimiento feminista en Israel. Es también identificada como el símbolo de las mujeres abusadas y utilizadas por la sociedad, machista o no, por cierto elemento que notamos al instante: el anonimato. La hija de Iftaj es la hija de Iftaj y nada más, sin nombre, sin identidad propia. Cuando vemos las noticias y se nos habla de las mujeres que conforman la mercadería en el tráfico terrible de seres humanos, no se nos ofrecen nombres, apellidos, datos sobre sus familias, etc.: lo único que se nos dice son números, números y más números. Son estas mujeres castigadas por la sociedad doblemente: por una lado forzadas a la vida de prostitución, y por otro discriminadas y maltratadas por la propia sociedad, que las priva de identidad, de humanidad.
Por: Michael Telias
Hace pocos meses se publicó en el sitio de Internet de la Knesset el reporte de la Comisión Parlamentaria sobre la Prostitución y el Tráfico de Mujeres. El perturbador reporte concluye que en Israel del siglo XXI, miles de mujeres por año son traídas de forma ilegal, y vendidas por mercaderes de la prostitución por cientos o miles de dólares por cabeza, como el ganado, a prostituidores locales que las condenan a una vida de miseria en prostíbulos a lo largo y ancho del país.
Las mujeres son condenadas a vivir en una situación de interminable pobreza, muchas veces inducidas a la adicción al alcohol y a las drogas, con el objetivo de aumentar el dominio del dueño de prostíbulo sobre las vidas de las mujeres. El reporte muestra datos asombrosos sobre las condiciones de vida de dichas mujeres, el salario que reciben y las condiciones sociales a las cuales son rebajadas. Sin servicios de salud, sin escolaridad para los hijos en casos de tenerlos, estas mujeres llegan a través del límite con Egipto, sobre todo desde Ucrania, Bielorrusia y Rusia. En su lugar de origen, les promete el primer vendedor una vida de lujos y un salario importante y, puesta la esperanza en la posibilidad de ayudar a sus pobres familias en el lugar de origen, se embarcan por propia voluntad en una travesía abominable.
En Egipto son confiadas en manos de beduinos que cruzan la frontera con Israel durante la noche. Una vez en Israel son llevadas a casa del “importador”, el cual invita a sus clientes potenciales a revisar la “mercadería”. Las grabaciones de una cámara escondida de la policia de Tel Aviv, puesta por un agente incógnito que participó en uno de estos “remates”, fueron transmitidas en el principal noticiero de la televisión israelí, hace ya más de seis meses. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, tanto por parte de la policía como parte de los legisladores, los contrabandistas de mujeres siguen ganando dinero, siguen saliendo bajo fianza, y como se dice por estos lados, en traducción libre al español, “las ruedas de la justicia giran muy lento”.
La prostitución como una forma de hacer justicia
A pesar de que en la Torá se prohíbe expresamente la prostitución y las relaciones extra-matrimoniales de todo tipo, podemos hacer referencia a varios relatos en los cuales se habla de prostitutas y de prostitución, sorprendentemente desde un punto de vista positivo. La primera narración la podemos encontrar en el libro de Génesis (XXXVIII). Yehudá, el hijo de Jacobo, se ha separado del resto de las tribus de Israel. Su hijo mayor, Er (“despierto”), se casa con Tamar (“dátil”), mujer cananea, que no alcanza a darle hijos, pues Er es muerto por Dios por ser “malo ante sus ojos”.
Según la costumbre existente en el Medio Oriente en la época del relato –y esto es algo que deducimos del texto mismo y puede ser comparado con fuentes externas-, el hermano del difunto debe darle a su cuñada un hijo en nombre de su hermano, para que su recuerdo no se pierda. El segundo hijo de Yehudá, Onén, rehúsa a servir como “padre asistente”, y en la cama con Tamar eyacula a tierra, con lo cual Tamar sigue sin quedar embarazada. Dios entra en el juego y castiga a Onén, matándolo.
Yehudá, ya con dos hijos muertos, decide no dar a Tamar su último hijo, Shela. Abandonada, dejada de lado y olvidada, Tamar tras ser dejada fuera de la familia de Yehudá, comienza a tramar su venganza. Tiempo después, disfrazada de prostituta y con la cara tapada para no ser reconocida, sale a la caza de Yehudá, el cual es atraído por los encantos de la mujer. Ella, consumado el acto, le pide dejarle en garantía ciertas prendas personales, hasta el día del pago. Muchos meses después, en embarazo avanzado, Tamar se muestra frente a Yehudá, presenta dichos objetos personales y le revela lo que hizo. El hijo pertenece a Yehudá, en nombre de su propio hijo Er, el original esposo de Tamar. Yehudá proclama que lo que hizo Tamar es lo más justo, y por eso la acepta nuevamente como parte de la familia, para que pueda criar a su hijo. Y entonces, ¿qué conclusión podemos sacar de este relato?, ¿que la prostitución es algo positivo, necesario? El gobierno del varón es aquel que prohíbe la prostitución, considerándolo algo perverso e indigno; pero es el mismo patriarcado el que promueve la prostitución, haciéndola un “mal necesario”.
La misma visión se desprende del cuento de Rajav, la ramera de Jericó (Josué II y VI-VII). Es solamente por la profesión de Rajav, que ésta tiene la posibilidad de hospedar en su casa hombres extraños, los espías de Josué. “[...] Solamente Rajav la ramera vivirá; ella y todos los que estan con ella en la casa, porque escondió a los emisarios que enviamos” (Jos VI, 17). De nuevo la prostituta es una mujer inteligente, que hace justicia y es capaz de entender lo que el resto de los habitantes de Jericó no, y es que la fuerza militar de los seguidores de Josué es imparable. Sin embargo, en ningún momento del relato se nos hace mención al hecho de que Rajav dejó la prostitución después de la conquista de Jericó, o tampoco de su conversión al judaísmo: “Pero Josué puso a salvo a Rajav la ramera y a la casa de su padre, y todo lo que ella tenía. Y ella vivió en medio de Israel hasta hoy, porque había ocultado a los emisarios a quienes enviara Josué para espiar a Jericó”. En el texto original:
"ואת רחב הזונה ואת בית אביה ואת כל אשר לה החיה יהושע ותשב בקרב ישראל עד היום הזה כי החביאה את המלאכים אשר שלח יהושע..."
Si lo comparamos con el texto de Ruth, por ejemplo, veremos las diferencias: “[...] porque dondequiera que tu vayas iré yo, y donde hayas de vivir, viviré yo [...]” (Ruth I, 16). Es decir, Ruth no “vive en medio de Israel”, como una extraña, sino que se convierte al judaísmo, casándose con Boaz y siendo fiel a Noemí, su original suegra. Pero, claro está, Ruth no es una prostituta. Y es por esto, tal vez, que su aceptación por parte del texto bíblico es más fácil y sustentable de forma lógica.
Y si seguimos un poco más allá en el análisis, podremos descubrir algo más perturbador aún. ¿Cuál es la contribución, desde el punto de vista narrativo, de Ruth al pueblo judío? Ruth no está dispuesta a abandonar a su suegra, vieja y pobre. Es, de hecho, un acto muy noble. Pero Rajav, la prostituta, es la principal causa, se podría decir, por la cual el pueblo es capaz de conquistar la ciudad de Jericó, principal obstáculo en el dominio de la Tierra Prometida por parte de Josué; esto además, claro está, a costo potencial de su propia vida y de toda su familia, ya que es de suponer claramente que si alguien en Jericó hubiese descubierto a la traidora, su destino hubiera sido la lapidación segura. Entonces, ¿quién es verdaderamente una heroína y quién no? ¿Y cuál es la recompensa de una frente a la recompensa de la otra?
Para concluir, citaremos una de esas “casualidades” del Tanaj, que tan placentera puede hacer su lectura. Ruth, la moabita, tras convertirse al judaísmo, se casa con Boaz, y juntos son los bisabuelos del Rey David. Boaz, hijo pródigo de la tribu de Yehudá, habitante de Beit-Lejem, es descendiente directo de Peretz (6 generaciones en total). Peretz es el hijo de Yehudá y Tamar... (ver Ruth, IV, 11-22).
La prostitución de la mujer por el beneficio del hombre
El más famoso cuento de abuso de una mujer es aquel que encontramos en Génesis XII, en la famosa parashá (trozo de la Torá –Pentateuco- que se lee semanalmente) de “Lej Lejá”, en la cual Dios ordena a Abraham abandonar la tierra de sus padres, Ur, y marchar hacia la Tierra de Israel. Poco después de haber llegado a la Tierra Prometida, Abraham la abandona, bajando a Egipto a conseguir provisiones. Allí, Abraham miente sobre Sara, su esposa, diciendo que es su hermana, por temor a que lo mataran para tomarla a ella como mujer. Decir que Sara es su hermana realmente evitará la muerte de Abraham, pero no evitará que Sara sea tomada por mujer por el Faraón: “[...] y la mujer fue llevada al palacio del Faraón" (15), “Y por ella el Faraón trató muy bien a Abraham, quien tuvo rebaños de ovinos y vacadas, y asnos y siervos...”(16). Es decir, está claro que si la mujer, Sara la esposa de Abraham, fue llevada a palacio, no fue precisamente para jugar ajedrez. Está claro además, que Abraham sabía que además de salvarse, iba a ser beneficiado económicamente, como está escrito en el previo versículo 13, “Di pues que eres mi hermana, para que sea favorecido por ti por tu causa y mi alma vivirá por ti”. Si cabe alguna duda, veamos la versión hebrea:
"אמרי נא אחותי את למען ייטב לי בעבורך וחיתה נפשי בגללך"
Está claro que Abraham, más allá de salvación física, buscaba el enriquecimiento material. No solamente que lo busca, sino que además lo encuentra. Los egipcios son golpeados con duras penas por parte de Dios, quien castiga al Faraón por haber tomado a Sara como mujer. Y la pregunta es, claro está, ¿por qué? Abraham había convencido a todos que se trataba de su hermana, ¿qué pecado cometió el Faraón y su pueblo para ser castigados de tal manera? En todo caso, quien debería ser castigado por mentiroso y por abusador debería ser el propio Abraham. Para colmo, sabemos de un segundo caso, en el cual Abraham busca dar un “nuevo golpe”, utilizando a su esposa. Esta vez es en Génesis XX, con Avimelej, Rey de Guerar. Sin embargo, esta vez, Dios se le aparece a Avimelej en un sueño, y le advierte sobre lo que está por ocurrir. Avimelej se apresura a devolver a Sara en manos de Abraham, y el daño es evitado. Pero una vez más, Abraham se va con las manos llenas de riquezas. Al parecer, los negocios realmente iban bien en esas épocas...
Bat Iftaj: y cargarás tu cruz, siempre...
No me puedo olvidar de la primera vez que recibí una explicación sobre el significado del símbolo femenino: ♀. La explicación consistía básicamente, si mi memoria no me falla, en que la cruz es la carga, el castigo eterno por el pecado original, que la mujer debe cargar. Hasta ahora vimos algunos ejemplos de dos motivos redundantes en el Tanaj. El primero es que, a pesar de que la sociedad patriarcal prohíbe y aborrece la prostitución, es la propia sociedad patriarcal la que la promueve, y para resolver dicha contradicción presenta a la prostitución en un marco de “condiciones especiales” a través de las cuales el abuso de las mujeres es justificado. El segundo, consiste en aquellos relatos en los cuales la prostitución es presentada como una forma de lucro por parte del hombre, mientras que en ningún momento se nos transmite los pensamientos o sentimientos de la mujer abusada.
El caso más extremo de abuso de mujeres es el caso de la hija del juez Iftaj. Tras la muerte de Gideon, y luego de otros jueces menores, el pueblo de Israel se enfrenta esta vez ante los ammonitas (Jueces X, 6). El nuevo héroe que ha de salvar al pueblo es uno que ha sido expulsado. ¿Por qué? Por ser hijo de una ramera, y no de una mujer legítima (Jueces XI, 1-11). De nuevo, la sociedad aborrece la prostitución, sin embargo existe en el cuento de Iftaj, por lo menos al principio, un punto de luz. Justamente el hijo ilegítimo, el expulsado, es convocado por el pueblo para transformarse en su líder.
Iftaj acepta la invitación de los ancianos del pueblo y sale a la lucha contra los ammonitas, al principio en forma diplomática (Jueces XI, 12-28) y luego en guerra abierta (Jueces XI, 29-33). Iftaj promete que sacrificará a aquella persona que salga primero a saludarlo al volver victorioso (vers. 30-31). El drama comienza cuando Iftaj llega a su casa victorioso y la primera persona que sale a saludarlo es su propia hija (Jueces XI, 34-40). Su propia hija, única. Por supuesto, Iftaj cumple con su voto, y sacrifica a su hija, matándola en honor a Dios.
Está claro que existe aquí un problema muy grave desde el punto de vista teológico. Los sacrificios humanos están completamente prohibidos en el judaísmo, y su lugar lo toman los sacrificios de animales que se llevaban a cabo en el Templo. Pero dejemos esto de lado. ¿Por qué el redactor del relato de Iftaj elige a su hija como sacrificio? ¿Por qué no existe ningún intento por parte de Iftaj de eliminar su promesa, o pagarla de otra manera?, ya que, si hubiera sido este el caso, no hubiese sido la primera vez en la narrativa tanájica en la cual alguien intenta eliminar una lamentable promesa. Es por ésta y por otras preguntas parecidas, que al parecer no tienen respuesta, es que Bat Iftaj, la hija de Iftaj, ha sido adoptada como símbolo del movimiento feminista en Israel. Es también identificada como el símbolo de las mujeres abusadas y utilizadas por la sociedad, machista o no, por cierto elemento que notamos al instante: el anonimato. La hija de Iftaj es la hija de Iftaj y nada más, sin nombre, sin identidad propia. Cuando vemos las noticias y se nos habla de las mujeres que conforman la mercadería en el tráfico terrible de seres humanos, no se nos ofrecen nombres, apellidos, datos sobre sus familias, etc.: lo único que se nos dice son números, números y más números. Son estas mujeres castigadas por la sociedad doblemente: por una lado forzadas a la vida de prostitución, y por otro discriminadas y maltratadas por la propia sociedad, que las priva de identidad, de humanidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario es importante. Gracias