Vaiejí «La verdadera paz» Las tribus de Israel representan las diferentes tendencias de la personalidad humana en su anhelo por alcanzar la Plenitud Infinita. Iaacóv, al final de su existencia física se dirige a cada uno de sus hijos -líderes de cada una de las tribus- y les da un mensaje, un legado para la vida. A través del mensaje de Iaacóv la Torá nos brinda una enseñanza para que sepamos cómo encauzar nuestras energías en pos de lo trascendente, lo esencial, aquello que ayuda a todo Israel y al mundo a lograr la Armonía Universal.
La dinámica existencial Así como cada órgano del cuerpo humano es un componente insustituible que influye desde su perspectiva para que el hombre esté sano, así cada situación que atravesamos, si hacemos la lectura correcta, des-cubriremos que revela una vivencia única, un aprendizaje. Cada circunstancia que nos toca vivir nos enfrenta a experiencias que nos relacionan con el pasado, el futuro, personas, situaciones, etc. que, si las analizamos en profundidad, nos ayudan a comprender mejor la dinámica existencial y el sentido de la vida.
Calificando y clasificando la realidad El día a día acapara nuestra atención y lo presente e inmediato eclipsa lo trascendente. De esa forma, casi sin darnos cuenta, calificamos y clasificamos a todo y a todos a partir de conceptualizaciones de opuestos que inducen a seccionar la realidad: sujeto-objeto, vida-muerte, razón-sensibilidad, teoría-práctica, individuo-comunidad, paz-guerra, humano-divino, etc. De esa forma se desemboca en un laberinto de tensiones que nunca resuelven y que al no encontrar un denominador común que las armonice deja a los seres humanos a la deriva y presos en una dualidad existencial.
Educación materialista Esta forma de percibir la realidad es consecuencia de un pragmatismo que produjo en todas las épocas una educación materialista que induce a reducir las relaciones humanas y lo espiritual a los objetos de conocimiento utilitario: dinero, mercado, etc. Esta tendencia de querer reducir lo esencial y el alma humana a lo pragmático conduce a una vida que sólo valoriza los logros materiales y a un estado psicológico que sólo encuentra placer en la satisfacción inmediata. Así, casi instintivamente, las personas se distancian de toda situación que no «encaje en sus moldes», pero que a la larga conduce a los seres humanos al vacío y a la depresión.
Pragmatismo y escepticismo El escepticismo declara que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla. Eso lo excusa de tener convicciones, pero por otro lado le da credibilidad a cualquier cosa. Los escépticos viven en una eterna neutralidad evadiendo tener que juzgar. Al igual que los pragmáticos se escudan diciendo «nadie es perfecto», lo que realmente quieren es evitar confrontar sus imperfecciones. Así se crean sistemas educativos basados en justificar la debilidad humana. El pensamiento puramente pragmático desemboca finalmente en el escepticismo, ya que al no poder encasillar la realidad en el ámbito material-sensorial y lo cuantitativo concluye finalmente, como ya vimos, en que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla. Eso es tan limitado como pretender definir el potencial de una usina atómica a partir de nuestra experiencia con la lamparita de 100 watts.
La verdadera Paz La Kabalá nos enseña que el corazón y la mente humana son análogos a la tierra, la cual si no es trabajada no revela su potencial. Pragmatismo y escepticismo, por el contrario, destruyen el proceso de elaboración y desarrollo del potencial humano ya que lo limitan al ámbito materia-sensorial. Lo que no consiguen medir ni clasificar en sus parámetros pasa a la categoría de lo no existente. Torá-Kabalá, en cambio, nos enseñan la didáctica para lograr el auténtico desarrollo humano: el altruismo. El concepto paz, por ejemplo, es generalmente comprendido como lo opuesto a la guerra, o también como la pausa entre dos guerras. A partir de esa óptica paz-guerra y guerra-paz sería un movimiento provocado por su contrario, una reacción exterior. Paz-guerra y guerra-paz definen un devenir, o sea tiempo-espacio, pero no un estado de ser. En hebreo paz se dice Shalom. Shalom (Shalem) significa también completo. Shalom es un estado que trasciende las coordenadas tiempo-espacio. Shalom es algo en sí mismo y no depende de algo exterior a sí para tener validez, para ser. Así como la completitud no precisa comparación, así la Torá nos enseña que cada ser humano es único y sagrado. Es lo que Es por la Esencia Infinita que brilla en su interior.
Toda la Torá Lo auténtico depende de nuestra conexión con lo esencial. La verdadera Paz sólo puede llegar al mundo si el hombre la vivencia primero en su interior y eso no depende de lo que pensamos que somos y/o creemos que poseemos, sino de algo mucho más simple: paciencia hacia el semejante y una conducta altruista. Tal cual el relato talmúdico en donde un converso se acercó a Hilel pidiéndole: Enséñame toda la Torá mientras estoy parado en un sólo pie. Y él le respondió: Todo lo que odies para ti no lo hagas a tu amigo, ahora vé estudia Torá y aprende cómo lograrlo halel@halel.org |
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