Reflexiones teológicas en el primitivo Judaísmo
En la literatura del primitivo judaísmo se encuentra una inclinación hacia la reflexión teológica, con cierto grado de sofisticación del pensamiento, ausente en el primitivo Israel. Se habían esparcido nuevas ideas y nuevas rutas del pensamiento, las cuales indudablemente marcaron su huella.
EL MONOTEISMO:El Gobierno y la Providencia Divina.
En el judaísmo el monoteísmo se resalto en todo momento, Las profecías contra los ídolos dieron sus frutos y la Ley dio su marca definitiva. Por sobre toda deficiencia la religión de la Ley era fuertemente monoteísta; no estableció ninguna clase de concesión con la idolatría y miraba a los dioses paganos con mofa ( Sal. 135, 12-21 ). A juzgar por la literatura del período del segundo templo, la idolatría pronto dejo de ser un problema dentro de la comunidad judía. Aunque se reprende a los judíos de toda clase de pecados morales y sociales, y aunque de denuncia permanentemente la obligación de guardar la Ley., permanecen ausente las acusaciones de idolatría. Los cultos paganos no se permiten en la restauración de judá; Los irrealitas que participan en ella no son reconocidos como judíos. Los judíos podrían dedicarse a la astrología o creer en la magia, pero nunca adorar a los ídolos. En los tiempos en que la idolatría quiso ser problema creado por los Seléucidas, los judíos ya habían ganado la batalla internamente. Aunque los judíos apostataran individualmente, el judaísmo como judaísmo no podía comulgar con los ídolos, como la había hecho la religión oficial en el antiguo Israel. En la ocasión presentada por Antíoco Epifanes cuando erigió varios montes para la idolatría, e incluso profano el templo de Jerusalén, la lucha y la valentía con que se resistió demuestra que el monoteísmo judío era contumaz. Además cuando se introducían las corrientes dualistas, éstas no pudieron establecerse permanentemente, porque en el Judaísmo había lugar solamente para un poder supremo, soberano sobre toda la creación. El Judaísmo afirmaba permanentemente que todo lo creado estaban bajo el gobierno y la providencia Divina, el cual es todopoderoso y justo, y sus caminos son inescrutables (Eclo. 18, 1-14; 39, 12-21; 43, 1-33). El gobierna de acuerdo con su Ley, la cual es eternamente válida, incambiable y segura (passim); según esta Ley recompensa a cada uno según sus méritos (Eclo. 35,12-20; 39, 22-27 ). Todos los hechos suceden dentro de su presciencia (Eclo. 42, 18-21) y son guiados hacia su consumación en conformidad con sus eternos designios. El Judaísmo alcanza combinar el pensamiento de la predestinación con la noción de que cada individuo es, al mismo tiempo eternamente responsable de sus decisiones (Eclo. 15, 11-20). La especulación referente a los divinos misterios alcanza un notable desarrollo especialmente al final del período actual. Aunque los judíos de mentalidad renovada anunciaban que los caminos de Dios eran inescrutables ( Ecles. 3, 11; 5, 2; 8 , 16 SS.; Eclo. 3, 21- 24 ), existían otros círculos con gran tendencia escatológica, que estaban sumamente interesados por ellas(ver libro de los Jubileos ): Así el libro esta interesado en acomodar la historia a los esquemas organizados según los sábados de los años, mientras que el Apocalipsis de las semanas (I Hen. 93, 1-14; 91, 12-17 ) divide en diez semanas el progreso de los hechos históricos desde la creación hasta el juicio ( obsérvese los períodos del mundo en el libro de Daniel ). Ángeles e Intermediarios y la pronunciación del nombre de D- Además de producirse una forma de hablar de Dios y con Dios en términos antropomórficos (asignándole figuras de hombre), emerge una acentuación de hablar de los ángeles y su papel de intermediarios, entrando en un contacto con los asuntos humanos, como también la abstención de pronunciar el nombre divino (no se sabe con seguridad cuando dejó de pronunciarse el nombre YAHVÉH), pero parece que para el siglo III hubo una prevención general contra esta pronunciación. Para remplazarla se apelo a sin número de nombres p. e. Se le llamaba Dios como Señor; o Dios del Cielo, o Rey del Cielo ( Tob. 10,11; 13,7 ), o simplemente Cielo ( I Mac. 3, 18ss.; 4, 40 ); Señor de los espíritus ( I Hen. 60, 6, ss ), Principio de los Días ( I Hen. 60, 2 ; Dn. 7, 9,13 ), La Gran Gloria ( I Hen. 14, 20 ), y más. A medida que Dios era elevado por encima de todo contacto se asignaba un papel más importante a sus ángeles. Existe una minuciosa angelología, se pensaba en Yahvé rodeado de sus servidores celestiales; pero el judaísmo lo expreso de una manera mejor. Los ángeles aparecen como personas específicas, con sus nombres. Aparece repetidamente (Tob. 3, 17; 5, 4 ; Dn. 8, 16; 10, 13 ) cuatro arcángeles ( Miguel, Gabriel, Rafael, y Uriel ). Parece que más su número era siete; I Hen. Cáp. 20 enumera siete, cada uno con una designación diferente, los llama <> ( Dn. 4, 13, 17, 23, ). Debajo de los arcángeles había una completa jerarquía de ángeles-<<>> ( I Hen. 60, 1 )- a través de los cuales lleva Dios a cabo sus relaciones con los hombres.
El Problema del Mal y la Justicia Divina.
El problema del mal y su relación con la justicia divina fue muy agudo en particular desde el exilio en adelante. La humillación nacional y los sufrimientos individuales de muchos israelitas demandaban una explicación. En el primitivo Israel se pensaba que el mal era un castigo por el pecado, y con esta creencia explicaban los profetas la caída de la nación, en ocasiones se aconsejo a Israel aceptar sus sufrimientos como parte del plan redentor de Yahvé. Se demandaba una piedad humilde y sumisa, la rectitud hacia un bienestar material en esta vida. El problema del mundo antiguo al respecto es dado en el libro de Job, También los humildes lo conocían y se lamentaban Ml. 2, 17; 8, 3, 14 ). Otros vieron en sus sufrimientos una enseñanza o una prueba y se lo agradecían a Dios ( Sal. 119, 65-72 ; Prov. 3, 11ss ). Los judíos sabían que el justo sufre con frecuencia, y esto Antíoco se los recordó. Los hechos de experiencia ponían a prueba la teodicea ortodoxa. Los libros como el Cojélet (Eclesiastés), y de Ben Sirac (Eclesiástico), pedían no atormentarse con las cosas que escapaban a su alcance, el problema para muchos continua vigente.
EL PERIODO POSEXILICO:Satán el Autor del mal
En el período postexílico se desarrolla la inclinación a atribuir el mal a Satán. La figura de Satán desarrollaba la antigua noción del demandante angélico o acusador, cuya función consistía en actuar como <> en la corte celestial ( I R 22, 19-23 ); las primeras veces que aparece ( Job caps. 1 y 2; Zac. Cap. 3 ), Satán no es un nombre propio, sino <<>> ( adversario ). Más tarde aparece como ser angélico que induce a los hombres al mal ( I Cr. 21, 1 y II S 24, 1 ), y todavía después como el príncipe de los invisibles poderes opuestos a Dios ( así en Jub., pero especialmente en los Test. Del Patr. ). Llamado Satán o Mastema o Beldar (Belial). Aliados a Satán estaban las huestedes de los ángeles caídos (llamados <<>> en Jud., I Hen. Y Test. Patr. ). Algunos con personalidades concretas, y con sus nombres propios. La función de estos ángeles caídos era el de tentar a los hombres e inducirlos al mal, y oponerse a los designios de Dios.( Jub. passim ). Aparecen las tendencias dualistas y se enfrentan a Dios con Beldar, a la luz con las tinieblas, el espíritu del odio con el espíritu del amor (Test. Levi, Cáp. 19). Dos caminos se presentan al hombre: andar por el camino recto, bajo el gobierno de Dios. O por el sendero perverso, bajo el gobierno de Beldar (Tes. de Aser. Cáp. 1). En el círculo de las sectas como lo demuestran los textos del Qumrán y la literatura juanina como en la paulina en el cristianismo se evidencia lo anteriormente anotado. La justicia Divina: Juicio y Sentencia después de la muerte. El primitivo judaísmo ofrece clara evidencias de una creciente creencia en la resurrección de los muertos, de lo cual no existe testimonio en la literatura israelita preexílica. El primitivo Israel es necesario saber tenia una serie de creencias referentes a la veneración de los espíritus de los muertos, la adivinación y cosas parecidas. Y aunque estas fueron drásticamente suprimidas por la posición profética por involucrar elementos contrarios al yahveismo formal es lo más probable que permanecieron en las creencias populares soterradamente, y sirvieron para abonar a la revelación sobre la vida más allá de la muerte, acompañada de las recompensas o castigos. De toda forma la idea de la resurrección se va haciendo evidente en la literatura bíblica posterior, y hacia el segundo siglo era una creencia bien definida. Las indicaciones sobre esta creencia en el Antiguo Testamento son escasas y en su mayoría ambiguas. Algunas se pueden encontrar en algunos salmos (sal. 49, 14 ssg.; 73, 23-25 entre otros). En Daniel aparece claro una resurrección selectiva (Dn. 12, 1ssg.), pero aún no es universal. Aparece claro que hacia final del A. T. no era muy claro para muchos la creencia de la resurrección.( Eclo. 10, 11 ; 14, 11-19; 38, 16-23 ), y antes en Cojélet ( Ecles. 2, 15ssg. ; 3, 19-22; 9, 2-6 ). En los Testamentos de los Doce Patriarcas y otros escritos, prevaleció la creencia en una resurrección general y un juicio final. Ya tanto los fariseos antecesores, como los posteriores se inclinaban a aceptarla y armonizaban la justicia de Dios. Los saduceos nunca estuvieron de acuerdo con la resurrección (Mc. 12, 18- 27, Hch. 23, 6-10), se convirtió en una creencia aceptada entre los judíos y ampliamente reafirmada en el siglo I. d.c.
LA EDAD MESIANICA
Otra concepción básica sobre la cual el judaísmo como un todo estaba de acuerdo, era que la Edad Mesiánica traería la sujeción del mundo al gobierno de Yahvé y de su Ungido. El judío devoto creía que sería infinitamente mejor para los pueblos de la tierra el estar sujetos al absoluto, porque esto significaría la completa soberanía del Dios de Israel. Por supuesto, la pena de la destrucción total, o el eterno castigo de Gehenna, se aplicaría a un gran número de impenitentes, pero para aquellos que fuesen preservados, el cambio de condiciones seria una gran bendición. El Mesías reinaría en gloria y benificiencia, y la paz y la abundancia prevalecerían en toda la tierra. Los judíos creían y con razón que la absoluta soberanía de la voluntad de Dios produciría el estado más alto posible de felicidad humana. Esto habría de ser el principal complemento de la Edad Mesiánica. Los deseos carnales de la naturaleza humana opacarían hasta cierto punto, este ideal; pero es sorprendente observar cuán poco los deseos carnales influirían en las esperanzas que los judíos tenían de su Edad de Oro. Se esperaba que fuese una era de justicia trascendente, cuando la voluntad y la Ley de Dios mantendrían indisputado dominio, y el Mesías promovería y estimularía los más elevados principios de la vida recta. Cualquier cosa de la esperanza del futuro que se incluyese, estaría asociada con esa idea mesiánica. Era el centro vital de la religión judaica y producía un tipo de experiencia religiosa más espiritual que la que de otra manera podría haber sido posible en medio del formalismo farisaico. Era la sal conservadora de la vida religiosa judía, e hizo mucho más que cualquiera otra causa histórica en la preparación del recibimiento de Jesús.Sin embargo es también cierto que la vida del judaísmo del primer siglo no contenía estimulo alguno más violento para las explosivas pasiones de odio racial y de prejuicio religioso, que esta misma esperanza mesiánica. Llego a ser la causa de una serie de disturbios, y estaba siempre lista para explotar con violencia, Uno de los grandes espectáculos de la historia fue la forma como Jesús utilizó los mejores elementos de este factor de la vida judía, y aún restringió sus manifestaciones extremas.
El Gobierno y la Providencia Divina.
En el judaísmo el monoteísmo se resalto en todo momento, Las profecías contra los ídolos dieron sus frutos y la Ley dio su marca definitiva. Por sobre toda deficiencia la religión de la Ley era fuertemente monoteísta; no estableció ninguna clase de concesión con la idolatría y miraba a los dioses paganos con mofa ( Sal. 135, 12-21 ). A juzgar por la literatura del período del segundo templo, la idolatría pronto dejo de ser un problema dentro de la comunidad judía. Aunque se reprende a los judíos de toda clase de pecados morales y sociales, y aunque de denuncia permanentemente la obligación de guardar la Ley., permanecen ausente las acusaciones de idolatría. Los cultos paganos no se permiten en la restauración de judá; Los irrealitas que participan en ella no son reconocidos como judíos. Los judíos podrían dedicarse a la astrología o creer en la magia, pero nunca adorar a los ídolos. En los tiempos en que la idolatría quiso ser problema creado por los Seléucidas, los judíos ya habían ganado la batalla internamente. Aunque los judíos apostataran individualmente, el judaísmo como judaísmo no podía comulgar con los ídolos, como la había hecho la religión oficial en el antiguo Israel. En la ocasión presentada por Antíoco Epifanes cuando erigió varios montes para la idolatría, e incluso profano el templo de Jerusalén, la lucha y la valentía con que se resistió demuestra que el monoteísmo judío era contumaz. Además cuando se introducían las corrientes dualistas, éstas no pudieron establecerse permanentemente, porque en el Judaísmo había lugar solamente para un poder supremo, soberano sobre toda la creación. El Judaísmo afirmaba permanentemente que todo lo creado estaban bajo el gobierno y la providencia Divina, el cual es todopoderoso y justo, y sus caminos son inescrutables (Eclo. 18, 1-14; 39, 12-21; 43, 1-33). El gobierna de acuerdo con su Ley, la cual es eternamente válida, incambiable y segura (passim); según esta Ley recompensa a cada uno según sus méritos (Eclo. 35,12-20; 39, 22-27 ). Todos los hechos suceden dentro de su presciencia (Eclo. 42, 18-21) y son guiados hacia su consumación en conformidad con sus eternos designios. El Judaísmo alcanza combinar el pensamiento de la predestinación con la noción de que cada individuo es, al mismo tiempo eternamente responsable de sus decisiones (Eclo. 15, 11-20). La especulación referente a los divinos misterios alcanza un notable desarrollo especialmente al final del período actual. Aunque los judíos de mentalidad renovada anunciaban que los caminos de Dios eran inescrutables ( Ecles. 3, 11; 5, 2; 8 , 16 SS.; Eclo. 3, 21- 24 ), existían otros círculos con gran tendencia escatológica, que estaban sumamente interesados por ellas(ver libro de los Jubileos ): Así el libro esta interesado en acomodar la historia a los esquemas organizados según los sábados de los años, mientras que el Apocalipsis de las semanas (I Hen. 93, 1-14; 91, 12-17 ) divide en diez semanas el progreso de los hechos históricos desde la creación hasta el juicio ( obsérvese los períodos del mundo en el libro de Daniel ).
Ángeles e Intermediarios y la pronunciación del nombre de D-
Además de producirse una forma de hablar de Dios y con Dios en términos antropomórficos (asignándole figuras de hombre), emerge una acentuación de hablar de los ángeles y su papel de intermediarios, entrando en un contacto con los asuntos humanos, como también la abstención de pronunciar el nombre divino (no se sabe con seguridad cuando dejó de pronunciarse el nombre YAHVÉH), pero parece que para el siglo III hubo una prevención general contra esta pronunciación. Para remplazarla se apelo a sin número de nombres p. e. Se le llamaba Dios como Señor; o Dios del Cielo, o Rey del Cielo ( Tob. 10,11; 13,7 ), o simplemente Cielo ( I Mac. 3, 18ss.; 4, 40 ); Señor de los espíritus ( I Hen. 60, 6, ss ), Principio de los Días ( I Hen. 60, 2 ; Dn. 7, 9,13 ), La Gran Gloria ( I Hen. 14, 20 ), y más. A medida que Dios era elevado por encima de todo contacto se asignaba un papel más importante a sus ángeles. Existe una minuciosa angelología, se pensaba en Yahvé rodeado de sus servidores celestiales; pero el judaísmo lo expreso de una manera mejor. Los ángeles aparecen como personas específicas, con sus nombres. Aparece repetidamente (Tob. 3, 17; 5, 4 ; Dn. 8, 16; 10, 13 ) cuatro arcángeles ( Miguel, Gabriel, Rafael, y Uriel ). Parece que más su número era siete; I Hen. Cáp. 20 enumera siete, cada uno con una designación diferente, los llama <> ( Dn. 4, 13, 17, 23, ). Debajo de los arcángeles había una completa jerarquía de ángeles-<<>> ( I Hen. 60, 1 )- a través de los cuales lleva Dios a cabo sus relaciones con los hombres. El Problema del Mal y la Justicia Divina. El problema del mal y su relación con la justicia divina fue muy agudo en particular desde el exilio en adelante. La humillación nacional y los sufrimientos individuales de muchos israelitas demandaban una explicación. En el primitivo Israel se pensaba que el mal era un castigo por el pecado, y con esta creencia explicaban los profetas la caída de la nación, en ocasiones se aconsejo a Israel aceptar sus sufrimientos como parte del plan redentor de Yahvé. Se demandaba una piedad humilde y sumisa, la rectitud hacia un bienestar material en esta vida. El problema del mundo antiguo al respecto es dado en el libro de Job, También los humildes lo conocían y se lamentaban Ml. 2, 17; 8, 3, 14 ). Otros vieron en sus sufrimientos una enseñanza o una prueba y se lo agradecían a Dios ( Sal. 119, 65-72 ; Prov. 3, 11ss ). Los judíos sabían que el justo sufre con frecuencia, y esto Antíoco se los recordó. Los hechos de experiencia ponían a prueba la teodicea ortodoxa. Los libros como el Cojélet (Eclesiastés), y de Ben Sirac (Eclesiástico), pedían no atormentarse con las cosas que escapaban a su alcance, el problema para muchos continua vigente.
EL PERIODO POSEXILICO:Satán el Autor del mal
En el período postexílico se desarrolla la inclinación a atribuir el mal a Satán. La figura de Satán desarrollaba la antigua noción del demandante angélico o acusador, cuya función consistía en actuar como <> en la corte celestial ( I R 22, 19-23 ); las primeras veces que aparece ( Job caps. 1 y 2; Zac. Cap. 3 ), Satán no es un nombre propio, sino <<>> ( adversario ). Más tarde aparece como ser angélico que induce a los hombres al mal ( I Cr. 21, 1 y II S 24, 1 ), y todavía después como el príncipe de los invisibles poderes opuestos a Dios ( así en Jub., pero especialmente en los Test. Del Patr. ). Llamado Satán o Mastema o Beldar (Belial). Aliados a Satán estaban las huestedes de los ángeles caídos (llamados <<>> en Jud., I Hen. Y Test. Patr. ). Algunos con personalidades concretas, y con sus nombres propios. La función de estos ángeles caídos era el de tentar a los hombres e inducirlos al mal, y oponerse a los designios de Dios.( Jub. passim ). Aparecen las tendencias dualistas y se enfrentan a Dios con Beldar, a la luz con las tinieblas, el espíritu del odio con el espíritu del amor (Test. Levi, Cáp. 19). Dos caminos se presentan al hombre: andar por el camino recto, bajo el gobierno de Dios. O por el sendero perverso, bajo el gobierno de Beldar (Tes. de Aser. Cáp. 1). En el círculo de las sectas como lo demuestran los textos del Qumrán y la literatura juanina como en la paulina en el cristianismo se evidencia lo anteriormente anotado.
La justicia Divina: Juicio y Sentencia después de la muerte.
El primitivo judaísmo ofrece clara evidencias de una creciente creencia en la resurrección de los muertos, de lo cual no existe testimonio en la literatura israelita preexílica. El primitivo Israel es necesario saber tenia una serie de creencias referentes a la veneración de los espíritus de los muertos, la adivinación y cosas parecidas. Y aunque estas fueron drásticamente suprimidas por la posición profética por involucrar elementos contrarios al yahveismo formal es lo más probable que permanecieron en las creencias populares soterradamente, y sirvieron para abonar a la revelación sobre la vida más allá de la muerte, acompañada de las recompensas o castigos. De toda forma la idea de la resurrección se va haciendo evidente en la literatura bíblica posterior, y hacia el segundo siglo era una creencia bien definida. Las indicaciones sobre esta creencia en el Antiguo Testamento son escasas y en su mayoría ambiguas. Algunas se pueden encontrar en algunos salmos (sal. 49, 14 ssg.; 73, 23-25 entre otros). En Daniel aparece claro una resurrección selectiva (Dn. 12, 1ssg.), pero aún no es universal. Aparece claro que hacia final del A. T. no era muy claro para muchos la creencia de la resurrección.( Eclo. 10, 11 ; 14, 11-19; 38, 16-23 ), y antes en Cojélet ( Ecles. 2, 15ssg. ; 3, 19-22; 9, 2-6 ). En los Testamentos de los Doce Patriarcas y otros escritos, prevaleció la creencia en una resurrección general y un juicio final. Ya tanto los fariseos antecesores, como los posteriores se inclinaban a aceptarla y armonizaban la justicia de Dios. Los saduceos nunca estuvieron de acuerdo con la resurrección (Mc. 12, 18- 27, Hch. 23, 6-10), se convirtió en una creencia aceptada entre los judíos y ampliamente reafirmada en el siglo I. d.c.