Existen cuatro ayunos públicos destinados a conmemorar la destrucción del Beit HaMikdash-GranTemplo de Jerusalem: el 10 de Tevét, el 17 de Tamuz, el 9 de Av y el denominado ayuno de Guedaliá.
El 10 de Tevét, este año el 6 de enero, es el día en el que el rey babilónico Nabucodonosor sitió Jerusalem, como está descrito en Reyes II 25:1-3: "En el año noveno de su reinado, en el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia con todo su ejército contra Jerusalem."
Aprendemos de la Kabalá que sólo cuando lo interior se debilita lo exterior puede afectarlo.
El Templo fue destruido por extraños, por enemigos. Pero nuestros Sabios nos enseñan que la verdadera causa de todo lo que nos sucede es de nuestra responsabilidad, producto de nuestro comportamiento. El Templo señala el corazón donde se alojan nuestros deseos, los objetivos más preciados y la fuerza infinita que nos une a nuestro prójimo, a nuestro Ser y Máxima Identidad. La destrucción del Templo fue la señal que el corazón judío estaba débil, apático y egoísta. El Templo se reconstruye armonizando nuestra alma particular con el alma colectiva y el centro de esa labor es el corazón.
¿Cómo lo hacemos? Transformando un corazón de piedra, el Templo destruido, en uno de Luz.
Que alcancemos el zejut- mérito y refinamiento para discernir con la Luz del Kadósh Barúj Hú, disolviendo así completamente la oscuridad que nos distancia del prójimo y podamos reconstruirlo pronto en nuestros días.
halel@halel.org
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